Foto de una escena de la película "Las uvas de la ira"
La frase título de este post, es dicha por el jefe del Clan Joad, en la última gasolinera antes de cruzar el desierto en un destartalado camión, en su camino hacia California, desde Oklahoma.
La familia Joad es la protagonista de la película “las uvas de la ira”, basada en la novela del mismo nombre, escrita por John Steinbeck .
La gran crisis financiera mundial de 1929, no fue un golpe exclusivo en la bolsa de valores de Nueva York. La familia Joad es una típica familia granjera de Oklahoma, que pierde todo por la crisis. Las "Iras de la uva" es un drama que deberíamos ver, porque nos permitirá evidenciar algo: la explotación descarada no es privilegio de algunos ambiciosos riquillos en el Tercer Mundo, los Estados Unidos también la tuvieron, se evidencia en el trato inhumano que reciben los Joad y sus similares, que caídos en desgracia por la crisis, se convierten en errantes dentro de su mismo país, siguiendo las cosechas, buscando que les paguen un salario mínimo justo, en tanto los propietarios se aprovechan de la alta oferta de braceros pagando salarios que no alcanzan ni para el alimento diario, en tanto los obligan a comprar en las tiendas de los campamentos, con precios altos impuestos por el propietario (¿recuerda las fichas en nuestras fincas?)
El trato es de bestias de carga, la represión contra los que se atreven a reclamar incluye los asesinatos impunes y las acusaciones (por “agitadores”) se multiplican gratuitamente. Nada nuevo si pensamos en nuestra historia reciente.
Pero la misma película muestra la intervención del Estado, al crear campamentos para estos ciudadanos, a quienes el hambre y el abuso de los bancos, los ha convertido en errantes y de cómo, la ambición de los propietarios de plantaciones que rodean esos campamentos, buscan generar acciones violentas para que sean cerrados y puedan seguir disponiendo de la mano de obra baratísima.
Ahora bien, también se puede ver como los braceros asumen la responsabilidad de mantener vivo el campamento, evitando que se den los desórdenes que los propietarios vecinos han buscado crear a través de sus matones. Es decir, los ciudadanos, aun en su desgracia, son capaces de defender, de apropiarse de lo que les es útil (en este caso el campamento).
He visto esta película, gracias a los beneficios del Internet, y les invito a que la vean, piensen, comparen contra nuestra realidad reciente y actual y al final, respaldemos las palabras del jefe del Clan Joad: "No se necesita valor para hacer lo único que se necesita hacer" y hagamos lo que El Salvador necesita que hagamos: lo convirtamos en un país para todos.
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