Don David Pineda era el director de la Escuela Urbana de Varones "Dr. David J. Guzmán" que estaba en un caserón viejo de más de un cuarto de manzana ubicado a una cuadra al Oriente del Parque Anita Alvarado, en Santa Ana.
Al escribir el anterior post, y comentar el respeto que aprendí de los maestros del INSA, me doy cuenta que no estoy siendo justo y antes debí mencionar a don David Pineda.
don David, era un señor mayor que siempre vestía implecable de traje, todos los días, era el primero en llegar a la escuela y el último en retirarse. Era un hombre serio, que cuando lo conocías te causaba cierto temor, pero cuando lo tratabas era un señor maestro.
En una ocasión que la maestra no llegó (segundo grado), él llegó a darnos la clase y a un compañero se le quebró la punta del lápiz, don David de inmediato sacó una navaja y le sacó la punta al lápiz, sin mentir, quedó como que lo había hecho con sacapunta, y sin parar, es decir agarró el lápiz y mientras con una mano lo giraba sin deternerse, con la otra hacía que la cuchilla cortara. En un momento todos los "bichos" queríamos que le "sacara punta" a los lápices. Y creo que esa fue la primera vez que le vi sonreir. Ese mismo día me impresionó con su conocimiento: nos enseñó trucos para operar rápidamente, trucos como de que si multiplicas un número por 10, sólo le aumentas un cero, que si por tal número sólo haces esto, una maravilla el hombre como maestro.
Pero la imagen que jamás he podido olvidar de don David es de pie, fuera de la escuela, durante la gran huelga de maestros (1968, creo que fue) que hiciera ANDES 21 de Junio.
Todos nuestros maestros, don David incluido, se fueron a la huelga.
Por supuesto mi primera intención fue apoyarla, pero donde manda mi mamá no manda Carlos Minero y me tocó ir a clases con maestros sustitutos, porque mi madre escuchó en la radio que el gobierno amenazó que los alumnos que no fueran a clases aplazarían el año y la situación familiar no estaba para esos lujos.
Me sentía mal, pero me consolaba porque cuando mi mamá por fín nos daba (de lo que había sobrado o que ella hacía que sobrara con su magia de mujer salvadoreña echadora de riata y estratega en las finanzas caseras) un cinco o diez para refrigerio, lo guardábamos (con mi hermano) porque de vez en cuando aparecían nuestros maestros para platicarnos sobre el paro y solicitar ayuda y que emoción dar aquellos cinco o diez centavos tan guardados a costa del hambre de un "bicho" de 9 años, para mi era mi mejor muestra de solidaridad.
Cuando yo llegaba por la mañana a clases, Don David, siempre con su frente erguida y su rostro serio, ya estaba fuera de la escuela, saludaba a cada niño que entraba a clases. No iba de traje, usaba una guayabera. Cuando los pocos alumnos que asistíamos, salíamos de clase nos encontrábamos con don David siempre de pie erguido, frente altiva, ocasionalmente sonreía, esperaba a que ya no salieran niños y entonces les pedía a dos de los que siempre le rodeabamos (un para de veces fui uno de los afortunados elegidos) para que entraran a la escuela, revisaran salón por salón gritando de que ya iban a cerrar la escuela, saliamos con el mensaje de que ya no había nadie y don David cerraba la escuela.
Cada día don David abría y cerraba la escuela, sin entrar a ella para nada.Él estaba en paro, en huelga por la defensa de su dignidad de maestro y ser humano, sus alumnos estabamos en clase ante al miedo de ser reprobados por el gobierno. Esa fue mi primera gran lección, en la práctica, de respeto a las opciones ajenas.
Don David Pineda ya murió, pero en mi mente y mi corazón vive, su recuerdo y enseñanza de cada día abrir y cerrar la escuela, sin entrar a ella porque estaba en huelga, pero sin faltar un sólo día, porque sus alumnos estaban en clases, ante el temor de ser reprobados.
6 comentarios:
Yo también estudié en la antigua Escuela de Varones David J. Guzmán en el barrio Sta. Cruz de Santa Ana y al leer la publicación, efectivamente se ha descrito a un educador notable. Don David Pineda Barrios era muy puntual y siempre se dirigía a los alumnos en la formación general de cada mañana, después del primer toque de campana del Prof. José Gilberto Velásquez(de grata recordación)Yo llegué a primer grado en 1970 y era siempre el director que llegaba de traje completo o guayabera. Muy serio y en un par de ocasiones también le vi sonrerir con ocurrencias de algunos compañeros. Una educación tradicional , como ahora le llaman los expertos, pero con grandes frutos.
Sin duda una educación de grandes frutos... El Profesor Velásquez era subdirector cuando yo estudié en la escuela. Un señor muy estricto... excelente maestro. No sabía que también había fallecido.
El profesor Gilberto Velásquez murió hace algunos años, debido a complicaciones de diábetes, lo cual le mantuvo en un relativo cautiverio involuntario en su hogar, ya que sufrió amputación de una de sus extremidades.Era común verle en su ventana, observando la 9a calle oriente del Bo. San Rafael de la ciudad, en el ir y venir de los peatones y del tráfico cotidiano. Recientemente falleció el prof. Polanco, un profesor que también laboró en la recordada escuela del Barrio Santa Cruz.Saludos don Carlos Minero
Bueno, en el supuesto de que algun ex alumno de la David, lea esto lo publicamos lamentando la muerte de dos grandes maestros.
Gracias Carlso Gálvez.
Gracias Carlso Gálvez.
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