Imagen con fines exclusivamente ilustrativos
El premio Nóbel de La Paz 2021, ha sido asignado a los periodistas: Maria Ressa y Dmitri Muratov.
Al nombrarlos, la presidenta del Comité de premios, Berit Reiss-Andersen, señaló que se les entrega por que el jurado ha reconocido la “lucha valiente” para “defender los derechos humanos” y “la libertad de expresión” en Filipinas y Rusia, sus países.
Que esos dos periodistas hayan sido galardonados, indica la valentía y calidad del trabajo que han realizado, pero también es un respaldo para todos los desconocidos (no famosos) periodistas que fieles a las reglas éticas de su trabajo se mantienen independientes y objetivos. Que transmiten los hechos sin comentarlos y sobre todo, que no venden su pluma, micrófono o pantalla al mejor postor o al poder de turno.
En la mayoría de países latinoamericanos, las dictaduras no dejaron dudas de la función de la prensa: defender el sistema impuesto, a pesar de las violaciones a los derechos humanos, de la represión a las opiniones divergentes y la falta de libertad de expresión.
Periodista, editores, propietarios de medios, fueron sometidos o comprados desde el poder para que la "verdad" absoluta de la dictadura se conociera, se difundiera y se diera por cierta y única.
De alguna forma esto era sencillo ya que no existían mas medios de comunicación que los tradicionales, imprenta, radio, televisión, y la regla era que el periodista se "alineara" con la verdad oficial, eso le permitía "progresar" y mantener la vida y "prestigio". Baste recordar el poema "Estadísticas sobre la libertad" de Roque Dalton que deja claro que el Salvadoreño (todavía en el reciente 2007) no podía aspirar a más de 20 centavos de libertad de expresión.
A pesar de ello, existieron periodistas que, superando el miedo y resaltando su compromiso para evidenciar lo falso de la "propaganda" (oficial u opositora) arriesgaron seguridad económica, familiar y personal, hasta llegar, algunos de ellos, a perder la vida, torturados y asesinados, para asegurar el silencio de su profesionalismo y de sus opiniones personales.
Las redes sociales sin duda han ampliado las denuncias, los rumores, las verdades pero también las mentiras sueltas que abundan aquí y allá. El trabajo del periodista se ha vuelto más importante y muchos (especialmente jóvenes), han asumido ese reto y le han dado valor a una profesión bella pero poco respetada por el poder, por el dinero y por algunos periodistas.
El Premio Nóbel de la Paz 2021, tiene un significado especial y es, sin duda, un espaldarazo para estos jóvenes que a pesar de los ataques de troll o hater, que buscan asesinarlos moralmente, se mantienen espigados, robles, sólidos, fieles a los principios del buen periodismo. Para todos ellos mi felicitación, ante este reconocimiento a la importante tarea que tienen, que hacen y que deberán continuar haciendo para bien de los ciudadanos del mundo.
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