domingo, 16 de septiembre de 2012

A don Nayib Bukele



Hola don Nayib.

Reciba ante todo mi respeto por lo que hasta ahora parece ser un trabajo bien hecho. Trato de mantenerme pendiente de sus mensajes, por lo interesantes que resultan y lo aleccionadores que son.

Por la confianza que brinda su accionar democrático y franco, me atrevo a comentar el último discurso que le he escuchado: el conmemorativo de la independencia patria.

Expongo mis ideas no para criticar su posición, que respeto en tanto me parece honesta, sino para plantear una visión ligeramente diferente respecto a un punto concreto: la entrega de uniformes y calzado.

Difiero con su discurso en ese punto, trato de presentar el porqué: Sin duda la entrega de uniformes y calzado a los alumnos de educación básica de todo nuestro país, ayuda en la economía familiar y a lo mejor, como usted dice, ayuda a que nuestros chicas y chicos no se sientan diferentes a sus compañeros. Pero la realidad nos ha enseñado de que cuando finalicen su bachillerto (los que lleguen a finalizarlo) se darán cuenta de lo diferentes que son, cuando luego del examen de adminisión en la Universidad de El Salvador, vean el listado de bachilleres aceptados integrado en su mayoría por ex-alumnos de colegios privados. Esta diferencia se basa en la calidad de educación que han recibido.

A mí don Nayib, al igual que a usted, nunca me faltó el calzado, entre tantos oficios que tuvo mi padre estaba el de zapatero. Si supe con mis hermanos, la ausencia de leche y muchos otros alimentos en nuestra mesa, y por eso recuerdo con claridad que mi madres (graduada de segundo grado) y mi padre (graduado de primero), nos inculcaron que era la educación la que nos iba a sacar de la pobreza. En aquellos años de la década del 60, la mejor educación en El Salvador era la educación pública, los maestros no eran bien pagados, ni siquiera bien tratados, al punto que tuvieron que hacer un paro nacional de varias semanas (creo que en 1968) que fue la gran lucha por la dignificación del magisterio nacional.

No tengo el conocimiento suficiente para cuestionar las intenciones presidenciales en el programa de uniformes y calzado, si sé que lo que brindamos a nuestros hijos no es asistencialismo, más bien es apoyo, compromiso generado por el amor que les tenemos. Repito no conozco las reales intenciones presidenciales, pero me parece que el mejor amor que se le puede mostrar a los pobres es darles las herramientas para que piensan, analicen, discutan, critiquen y propongan,eso evitaría que sigan aplaudiendo cuando algún rico, candidato, precandidato o cualquier otro político le diga que merece ser pobre.

Me uno a su agradecimiento a todos los pueblos del mundo, que a través de sus gobiernos han sido solidarios desde siempre con nuestro pueblo, su mano amiga, sin duda hace menos duro el camino hacia el progreso y ojalá, poco a poco, a pesar de la diplomacia, exijan cada día más las cuentas claras sobre las ayudas que brindan, para asegurar que realmente la disfruten quienes la necesitan.

Trato de ser solidario, por eso como usted, utilizo esta pequeña voz para decir que no es justo que sigamos brindando una educación de tan mala calidad a los pobres. Sin duda yo habría preferido educación de calidad, por sobre los uniformes. Ya luego, graduados universitarios, podrán ellos comprarse toda la ropa que puedan cuando sean exitosos en la vida gracias a la formación básica que han recibido. Lo se yo, que crecí con solo un pantalón y dos camisas blancas en el "ropero", era el uniforme de la escuela porque no habían más posibilidades de ropa en el año.

Gracias don Nayib, por estar generando esperanzas, sobre todo en muchos jóvenes, y ojalá su generación tenga esa decisión que tuvo la mía para aportar un pasito más a este proceso democrático. Un abrazo.

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