¿Sabes flaco?, tu pedido es un poco complicado, quizás realmente imposible, porque por diferentes razones, tu y yo quisimos tanto a don Ramón que nos hace falta de diferentes formas.
Y no es que haya sido más amigo de uno o de otro, los dos sabemos que no fue así, es que lo fue de diferentes formas, en diferentes momentos y en los últimos días vos estuviste mucho más cerca de él, la confianza entre los dos aumentó enormemente. Yo entiendo, que pensás que con descubrir tu corazón y decirme “¡Puta cabrón escribí sobre eso!” es así de fácil…
Es imposible que yo pueda plasmar la nostalgia que sientes ante la ausencia del amigo, del compañero, del confidente. Hay cosas más fáciles de decir, de escribir, como por ejemplo tratar de explicar cosas menos complicadas como el presupuesto público o cuestiones de ese tipo frío y calculado, pero mi hermano, hablar sobre el sentimiento de ausencia que tenés ante la partida definitiva de don Ramón, es imposible.
Vos sabes que si yo pudiera lo haría, pero no puedo escribir sobre lo que tu corazón siente ante la ausencia del Gran Jefe Ramón Arqueros, por eso mejor te dejo a Alberto Cortez, creo que él lo expresa mejor que nadie…
domingo, 21 de agosto de 2011
miércoles, 3 de agosto de 2011
"Crimen de Estado" El libro de Lafitte Fernández
...las dudas que me surgen luego de leerlo
Gracias a Mauricio M., he leído "Crimen de Estado El Caso PARLACEN" escrito por el periodista Lafitte Fernández, en él, presenta documentos de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) que demuestran que en Guatemala, al momento del asesinato de los diputados salvadoreños del PARLACEN y su motorista, existía una organización paralela a los aparatos de seguridad del Estado que se dedicaban a "cazar" (literalmente) a delincuentes y los asesinaban, igual hacían "negocios" ilegales de todo tipo y calibre y contaban, lógicamente, con el apoyo de las altas autoridades, del ministerio de Gobernación unidad a la que está adscrita la Policía Nacional de Guatemala.
Colocando de lado los datos presentados en el libro. Me surgen dudas y comentarios, a partir de la lectura del mismo:
Primera: En el "Anexo I - Zacarías nos juntó de nuevo – Entrevista con Rodrigo Avila" (Página 206), el periodista inicia recordando una entrevista que tuvo, en el año 1995, con el entonces Director de la Policía Nacional Civil: "Pasaban las 10 de la noche y la impresora del periódico estaba detenida, temporalmente. Convocamos a Ávila, como jefe policial, para informarle que, en la edición que estaba a punto de imprimirse, acusaríamos a un grupo de policías de la delegación de Panchimalco, … que había asesinado a patadas y a golpes, a un joven estudiante de medicina" (todas las negritas en este post son nuestras).
Narra el periodista que tenían todos los detalles del caso, que habían realizado una investigación exhaustiva, incluso contratando especialistas en diferentes áreas para determinar cómo había ocurrido el crimen e identificar a los culpables. Y sigue: "A Ávila le explicamos los resultados de la investigación. Nosotros no teníamos duda de la participación de los policías en ese crimen…" de aquí mi duda: ¿Por qué un periódico que se precia de ser independiente y defensor de la libertad de expresión, detiene sus rotativas, convoca al director de la institución involucrada (a través de los policías) en el crimen de un salvadoreño y le informa que van a publicar una investigación que ha demostrado de manera científica que los criminales están dentro de la institución? Algo raro existe en esto.
Segunda: El impacto que tienen los medios de comunicación, el uso que de los mismos hacen los poderes existentes en un país.
El periodista describe en el "Capítulo 8: Siete muertes con un acervo de rencor", el ingreso de las fuerzas de seguridad al Penal de Pavón, mencionando que el periódico "Prensa Libre" publica días previos, a ese ingreso un artículo que describe como las mafias controlan Pavón.
Reviso la web y no puedo evitar comparar la información que brinda "Prensa Libre" sobre esta toma y la que hace "El Periódico" en sus ediciones del 26 de septiembre. El primero repite el discurso oficial sin contrastarlo, sin siquiera advertir a sus lectores que no se pudo confirmar de manera independiente lo escrito.
El Periódico informa: "La idea era tomar a los reos por sorpresa, pero según la versión oficial, los agentes fueron recibidos a balazos y con bombas molotov. La balacera duró al menos 45 minutos y dejó como resultado, de acuerdo con las autoridades y sin que sea posible confirmarlo con fuentes independientes, la muerte de Batres y Zepeda, así como de Omar Alvarado, Estuardo Mayorga Guerra y José Abraham Tinihuar, y dos personas no identificadas".
Y aquí me surge otra pregunta: ¿Qué medios de comunicación solemos leer, escuchar o ver? ¿Somos capaces de identificar que lo que nos transmiten es un verdadero trabajo periodístico o más bien el interés de un sector público o privado para "educarnos" y hacer que apoyemos sus intenciones, sus objetivos?
Finalmente me llama la atención la descripción que hace en la página 37 del Jefe de la Policía de Guatemala en esa fecha, Erwin Sperisen: "un cristiano de origen suizo con cara de irlandés…" y es justamente en Suiza donde se encuentra actualmente Sperisen. Y esto genera otra interrogante ¿Cuántas personajes, políticos o funcionarios, que tienen doble nacionalidad están tomando decisiones en El Salvador, con la seguridad y total confianza de que si algo sale mal, sacarán el pasaporte guardado por tanto tiempo, mientras parecían salvadoreños, y saldrán corriendo a refugiarse a su "patria", importándoles poco lo que le ocurre a El Salvador y su gente?
martes, 2 de agosto de 2011
Porque me fui a la guerra
y me regresé antes de que empezara
(Parte VI)
El martes 22 de enero de 1980, se dio la manifestación de la unidad, la marcha más grande jamás vista en El Salvador, ese día salió al aire Radio Venceremos, y yo decidí no asistir, me quedé encerrado sintonizando venceremos, lo hice a propósito, esperaba una regañada un llamado de atención o algo similar y a lo mejor era oportunidad de presentar mi renuncia. El 23 me fui a la universidad y estaba cercada, dentro estaban varios compañeros de diferentes organizaciones y afuera el ejército, me quedé en medio de un grupo de estudiantes y militantes de otras organizaciones, entre el Hospital Bloom y la embajada americana sobre la 25, nos quedamos agitando hasta que dispararon y entonces nos movimos, evitando pasar frente a la embajada y allí se me “encendió el foco”.
Quien era responsable del organismo del que formaba parte había demostrado ser “bien práctico”, nunca haría cualquier cosa que pusiera en riesgo su seguridad.
Pensé entonces que nadie me buscaría, porque sólo él conocía mi residencia, pero él no llegaría porque pensaría que me habían capturado. El cabo suelto entonces era ¿por qué no asistí a la marcha?, sobre todo por los resultados que había tenido esa manifestación, una matanza de gran nivel.
De cualquier forma en tanto le daba forma a la idea, agarré mi ropa y me fui para Santa Ana.
Permanecí prácticamente escondido en la casa de mis padres por varios días, y empecé a buscar trabajo, seis meses rebuscándome y no salía nada. Cuando la desesperación me había llegado y me preparaba para escaparme a México, llegó (Dios existe, ya lo he dicho muchas veces) un telegrama para que me presentara el lunes a una entrevista de trabajo, el mismo día me dijeron que iniciaba el siguiente día en un horario de 1 p.m. hasta término (ero era 11, 12 de la noche o bien 1 de la mañana) eso me permitía llegar al pupilaje que había contratado (a unas cuadras del trabajo en el centro de San Salvador) y con esa paja dormía toda la mañana, aunque en realidad me despertaba, me bañaba, me vestía y me quedaba encerrado tirado en la cama (y como toda la mara trabajaba en el día prácticamente pasaba solo) y cuando ya eran las 12 del mediodía almorzaba y a trabajar, eso me dio la cobertura perfecta, porque no andaba en la calle y era normal (porque tenía que "descansar porque trabaja toda la noche").
Con el tiempo el miedo fue siendo superado, empecé a salir y entonces iba al cine, o cualquier otra diversión que fuera en lugares cerrados.
Años después encontré al responsable del área en la que estaba y el miedo volvió, iba caminando con mi hermano, con prisa, lo despedí en una esquina, seguí caminando cuando me cayó el prójimo y empezamos a platicar, esa plática me hizo volver a la vida normal: en primer lugar me enteré que no me consideraban traidor, que confiaban en mi al punto que incluso querían que volviera pero entonces yo argumenté razones familiares, de trabajo y hasta de salud para justificar que no podía volver.
Quien era responsable del organismo del que formaba parte había demostrado ser “bien práctico”, nunca haría cualquier cosa que pusiera en riesgo su seguridad.
Pensé entonces que nadie me buscaría, porque sólo él conocía mi residencia, pero él no llegaría porque pensaría que me habían capturado. El cabo suelto entonces era ¿por qué no asistí a la marcha?, sobre todo por los resultados que había tenido esa manifestación, una matanza de gran nivel.
De cualquier forma en tanto le daba forma a la idea, agarré mi ropa y me fui para Santa Ana.
Permanecí prácticamente escondido en la casa de mis padres por varios días, y empecé a buscar trabajo, seis meses rebuscándome y no salía nada. Cuando la desesperación me había llegado y me preparaba para escaparme a México, llegó (Dios existe, ya lo he dicho muchas veces) un telegrama para que me presentara el lunes a una entrevista de trabajo, el mismo día me dijeron que iniciaba el siguiente día en un horario de 1 p.m. hasta término (ero era 11, 12 de la noche o bien 1 de la mañana) eso me permitía llegar al pupilaje que había contratado (a unas cuadras del trabajo en el centro de San Salvador) y con esa paja dormía toda la mañana, aunque en realidad me despertaba, me bañaba, me vestía y me quedaba encerrado tirado en la cama (y como toda la mara trabajaba en el día prácticamente pasaba solo) y cuando ya eran las 12 del mediodía almorzaba y a trabajar, eso me dio la cobertura perfecta, porque no andaba en la calle y era normal (porque tenía que "descansar porque trabaja toda la noche").
Con el tiempo el miedo fue siendo superado, empecé a salir y entonces iba al cine, o cualquier otra diversión que fuera en lugares cerrados.
Años después encontré al responsable del área en la que estaba y el miedo volvió, iba caminando con mi hermano, con prisa, lo despedí en una esquina, seguí caminando cuando me cayó el prójimo y empezamos a platicar, esa plática me hizo volver a la vida normal: en primer lugar me enteré que no me consideraban traidor, que confiaban en mi al punto que incluso querían que volviera pero entonces yo argumenté razones familiares, de trabajo y hasta de salud para justificar que no podía volver.
Porque me fui a la guerra
y me regresé antes de que empezara
(Parte V)
A mí me llegó información por medio de una compañera del tecnológico cuyo padre era miembro de la policía, me lo dijo para queme cuidara. Me extraño que no nos bajara información por el lado de la organización, tomé mis precauciones.
Para esos días mi ánimo andaba caído, por un lado sentía todo el cariño de la gente que nos apoyaba y confiaba en nosotros, por otro, las envidias y cosas inadecuadas dentro de la organización, incluso actos de cobardía de parte de algunos dirigentes universitarios. César, Alex, Oswaldo, el Choco Dany y yo nunca pensamos en ser cuadros de partido (de esos que el partido mantiene y les da empleo), para mí, era hacer la insurrección, tomar el poder, instaurar la democracia, y volver a la vida civil. A trabajar, a tener una familia y a disfrutar de la vida en paz.
Pero el 15 de octubre, me pareció que “nos comieron el mandado” lo capté en el ánimo de la gente con la que trabajaba, se me hizo más el 16 de octubre de 1979, el ERP lanza su ofensiva en Mejicanos y Cuscatancingo, con la esperanza de que la gente se levante en armas, pero la gente no lo hace, el 17 lo hace en San Marcos y no recuerdo que otro pueblo y la cosa sigue igual.
Me pareció que habíamos desperdiciamos muchos momentos previos (momentos revolucionarios como le llamaban los rusos). Equivocado o no, yo percibí que la gente se apagó, así de golpe, se apagó. Y es porque aun con todo, esa primera Junta Revolucionaria despertó esperanza y la gente ya no se desesperaba por tener un fierro en las manos. Aprendí algo: el grueso de la población lo que quería era democracia, no dictadura proletaria. Concluí esto por la cercanía que tenía con los grupos con los que trabajaba.
Me equivoqué en algo: pensé que la guerra, en caso se insistiera en ella, no iba a durar mucho.
Y el partido metió gente en la Junta y en las Alcaldías, pero en el fondo seguíamos empeñados en hacer la guerra, cuando, a mi parecer, las condiciones, ya no existían. En más de alguna ocasión pensé que lo que había pasado es que el tiempo que la dirección se había ocultado, se había clandestinizado, le había quitado la cercanía con la gente y se quedaba con los mensajes que les daban sus contactos, los que vivían con el dinero del partido.
El sentimiento de frustración se unió con el de soledad, ya todos mis amigos se habían ido, el Chino se escapó, antes que lo mataran porque pidió la baja y se la negaron. El choco Dany lo habían sacado a México para que estudiara lejos de todos estos rollos, El gordo seguía vivo y activo pero en Santa Ana y nos veíamos muy raras veces, total que el ánimo se fue al suelo y tuve que tomar una decisión.
Decidí retirarme, la gran pregunta era ¿Cómo? Podría ser acusado de traidor y a estas alturas ya había armas y militares (que son iguales que los militares de derecha, disparan y luego averiguan), Además si me iba, tenía que cuidarme de los cuerpos represivos que seguían actuando desde dentro y fuera de los cuarteles. No había dinero para salir del país (y tampoco existía el ánimo).
Por eso la respuesta al ¿Cómo? Era clave.
Para esos días mi ánimo andaba caído, por un lado sentía todo el cariño de la gente que nos apoyaba y confiaba en nosotros, por otro, las envidias y cosas inadecuadas dentro de la organización, incluso actos de cobardía de parte de algunos dirigentes universitarios. César, Alex, Oswaldo, el Choco Dany y yo nunca pensamos en ser cuadros de partido (de esos que el partido mantiene y les da empleo), para mí, era hacer la insurrección, tomar el poder, instaurar la democracia, y volver a la vida civil. A trabajar, a tener una familia y a disfrutar de la vida en paz.
Pero el 15 de octubre, me pareció que “nos comieron el mandado” lo capté en el ánimo de la gente con la que trabajaba, se me hizo más el 16 de octubre de 1979, el ERP lanza su ofensiva en Mejicanos y Cuscatancingo, con la esperanza de que la gente se levante en armas, pero la gente no lo hace, el 17 lo hace en San Marcos y no recuerdo que otro pueblo y la cosa sigue igual.
Me pareció que habíamos desperdiciamos muchos momentos previos (momentos revolucionarios como le llamaban los rusos). Equivocado o no, yo percibí que la gente se apagó, así de golpe, se apagó. Y es porque aun con todo, esa primera Junta Revolucionaria despertó esperanza y la gente ya no se desesperaba por tener un fierro en las manos. Aprendí algo: el grueso de la población lo que quería era democracia, no dictadura proletaria. Concluí esto por la cercanía que tenía con los grupos con los que trabajaba.
Me equivoqué en algo: pensé que la guerra, en caso se insistiera en ella, no iba a durar mucho.
Y el partido metió gente en la Junta y en las Alcaldías, pero en el fondo seguíamos empeñados en hacer la guerra, cuando, a mi parecer, las condiciones, ya no existían. En más de alguna ocasión pensé que lo que había pasado es que el tiempo que la dirección se había ocultado, se había clandestinizado, le había quitado la cercanía con la gente y se quedaba con los mensajes que les daban sus contactos, los que vivían con el dinero del partido.
El sentimiento de frustración se unió con el de soledad, ya todos mis amigos se habían ido, el Chino se escapó, antes que lo mataran porque pidió la baja y se la negaron. El choco Dany lo habían sacado a México para que estudiara lejos de todos estos rollos, El gordo seguía vivo y activo pero en Santa Ana y nos veíamos muy raras veces, total que el ánimo se fue al suelo y tuve que tomar una decisión.
Decidí retirarme, la gran pregunta era ¿Cómo? Podría ser acusado de traidor y a estas alturas ya había armas y militares (que son iguales que los militares de derecha, disparan y luego averiguan), Además si me iba, tenía que cuidarme de los cuerpos represivos que seguían actuando desde dentro y fuera de los cuarteles. No había dinero para salir del país (y tampoco existía el ánimo).
Por eso la respuesta al ¿Cómo? Era clave.
Porque me fui a la guerra
y me regresé antes de que empezara
(Parte IV)
César me recibió con alegría, feliz de que volviera y de inmediato me recomendó con el “Chiqui” responsable de ingeniería del Frente de Acción Universitaria (FAU), frente abierto universitario del Partido. Para entonces el partido ya había construido la Fuerzas Armadas de Liberación (FAL).
Pues me presenté ante el “Chiqui” y me integró a un organismo de la J, del que ya ni me acuerdo quienes estaban, pero que luego se conformaría con el “Chiqui” como responsable, Guillermo, el Choco Dany y yo como miembros.
En estos días, la cosa ya estaba caliente, se empezaba a hablar de unidad, pero surgían problemas personales de lo más estúpido en zonas que ya se empezaban a construir retaguardia; en San Salvador, la presión de la gente se sentía, pedían armas y entrenamiento. Recuerdo de personas que pedían sus quince días de vacación para asistir a entrenamiento militar básico. Así estaba de caliente la cosa.
Hasta donde entiendo, el ala militar del partido empezó a recaudar fondos, de la manera usual: asaltos a grandes empresas, bancos, secuestros. Había dinero y aquí empezó a surgir lo que para mí y “mi moral revolucionaria” fue un choque, la envidia y la corrupción.
En esos días, la presión que mantenía era enorme, lo económico en casa de mis padres andaba mal, mis estudios en el tecnológica se estaban cayendo por la poca atención que prestaba y encima, para poder cubrirme mejor, inscribí un par de materias en la universidad, que iba pasando pero con notas que evidenciaban mi poca dedicación, el trabajo aumentó y tuve que hacer un gran esfuerzo por ordenarme, fue la época de la construcción de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) unión de todos los frentes abiertos de las organizaciones político militares clandestinas.
Ocasionalmente la CRM preparaba o llamaba a paros que eran varios días en los que no circulaban buses, se reducía drásticamente el movimiento en las calles y generalmente iban acompañados de enfrentamientos armados, cortos pero en ocasiones intensos. El tener materias inscritas en la Universidad me servía como cobertura para argumentar que iba a casas de compañeros a hacer tareas y que nadie en dónde vivía sospechara.
Era agotador, pero por otro lado estimulante, fueron los días en que conocí la solidaridad a su máxima expresión era increíble, no importaba dónde estuvieras, siempre había comida, una fruta, un cariño intenso que te lo decían los ojos, los gestos, a mí me estimulaba y me llamaban a un mayor compromiso… entonces llegó el 15 de octubre de 1979.
Pues me presenté ante el “Chiqui” y me integró a un organismo de la J, del que ya ni me acuerdo quienes estaban, pero que luego se conformaría con el “Chiqui” como responsable, Guillermo, el Choco Dany y yo como miembros.
En estos días, la cosa ya estaba caliente, se empezaba a hablar de unidad, pero surgían problemas personales de lo más estúpido en zonas que ya se empezaban a construir retaguardia; en San Salvador, la presión de la gente se sentía, pedían armas y entrenamiento. Recuerdo de personas que pedían sus quince días de vacación para asistir a entrenamiento militar básico. Así estaba de caliente la cosa.
Hasta donde entiendo, el ala militar del partido empezó a recaudar fondos, de la manera usual: asaltos a grandes empresas, bancos, secuestros. Había dinero y aquí empezó a surgir lo que para mí y “mi moral revolucionaria” fue un choque, la envidia y la corrupción.
En esos días, la presión que mantenía era enorme, lo económico en casa de mis padres andaba mal, mis estudios en el tecnológica se estaban cayendo por la poca atención que prestaba y encima, para poder cubrirme mejor, inscribí un par de materias en la universidad, que iba pasando pero con notas que evidenciaban mi poca dedicación, el trabajo aumentó y tuve que hacer un gran esfuerzo por ordenarme, fue la época de la construcción de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) unión de todos los frentes abiertos de las organizaciones político militares clandestinas.
Ocasionalmente la CRM preparaba o llamaba a paros que eran varios días en los que no circulaban buses, se reducía drásticamente el movimiento en las calles y generalmente iban acompañados de enfrentamientos armados, cortos pero en ocasiones intensos. El tener materias inscritas en la Universidad me servía como cobertura para argumentar que iba a casas de compañeros a hacer tareas y que nadie en dónde vivía sospechara.
Era agotador, pero por otro lado estimulante, fueron los días en que conocí la solidaridad a su máxima expresión era increíble, no importaba dónde estuvieras, siempre había comida, una fruta, un cariño intenso que te lo decían los ojos, los gestos, a mí me estimulaba y me llamaban a un mayor compromiso… entonces llegó el 15 de octubre de 1979.
Porque me fui a la guerra
y me regresé antes de que empezara
(Parte III)
Carlitos era un técnico electrónico y trabajaba en su propio taller, que era frecuentado por un montón de gente, desde policías que torturaban, hasta miembros del ERP, Por eso fue que un buen día se encontraron el Bitle con un Chele cuyo apodo he olvidado y empezó la conquista y Poco a poco el PRS-ERP se “jaló” al Bitle, quien por entonces, mantenía una vida bastante liberal (mujeres, mucha cafetería y bacile diario). El PRS-ERP lo “alineó”, se volvió ordenado, se acompañó, se volvió un hombre de hogar y respetuoso de todos y todas.
El “Bitle” caería el 10 de enero de 1981, cubriendo la retirada de su grupo, pudo irse y dejar a otros (él era el jefe), pero se quedó. Pedía agua, mientras se desangraba, llegó un soldado o guardia (ya no recuerdo) y lo asesinó. Carlitos lo lloró como un niño, era su hermano.
Yo tuve problemas en el partido porque mantenía la relación con mis amigos del ERP, y esto me llevó a un fuerte llamado de atención. Yo no lograba entender, si el objetivo era el mismo porqué no nos uníamos, aun con las diferencias, deberíamos tener objetivos comunes.
Por los problemas que tuve, la falta de seriedad del partido para enfrentar la lucha militar, y la necesidad que sentía de tener con qué defenderme en caso me quisieran capturar, decidí moverme para el PRS-ERP. Argumenté problemas personales para salirme, recuerdo bien al chino cuando me dijo, “Mirá si son problemas ideológicos los podemos discutir, pero si son personales es tu decisión”, insistí en lo personal y me dieron la baja.
Hable con Carlitos y le indiqué que me iba del partido que quería irme al ERP, él consideró que (siempre por bicho) no me iba a la clandestinidad, y pidió que me ubicaran en el frente abierto, me enviaron a las Ligas Populares de Secundaria 28 de Febrero (LPS-28) en San Salvador, yo estudiaba ya en el tecnológico.
La hermandad crecía, conocí gente muy sacrificada. Pero en una ocasión, con el Ministerio de Trabajo en manos de las Ligas, nos informaron que los escuadrones iban a sacar o atacar en esa noche y se montó una acción (que a la distancia realmente fue estúpida, pero típica en esos días).
La organización decidió cercar el cerco militar que cercaba a los compañeros en el ministerio, sin armas, cerca de la madrugada, la tensión era dura, en la oscuridad, logramos ver las sombras que nos tenían encañonados, decidí despedirme gritando y empezamos a tirarles un discurso a los policías y guardias que nos apuntaban.
Unos días después evaluamos la actividad, nos agarró una de las gemelas y en mi caso criticó mi actitud pequeño burguesa, la falta de disciplina, el evidente amotinamiento ante el compañero que iba responsable… Como decía “Aniceto”: uno de bicho es tonto respondí que si el compañero era responsable, que le inyectaran vitaminas para la próxima porque a la hora en que yo empecé a echarles el discurso, el compañero estaba sentadito en la cuneta con otra compañera platicando, lógico, eso fue también criticado.
Ese mediodía, mientras íbamos cabizbajos a hacer el esfuerzo de reunir algún dinero entre todos para comprar algunos platos de comida, me volvió el fantasma de que esos locos eran pro-chinos (a lo Pol Pot). A la distancia siento vergüenza al ver que fue exagerada esa reacción, pero en aquel momento la crítica fue tan fuerte, tan agresiva que hablé con César, que ya tenía algún rango dentro de la Juventud , le pedí regresar al partido.
El “Bitle” caería el 10 de enero de 1981, cubriendo la retirada de su grupo, pudo irse y dejar a otros (él era el jefe), pero se quedó. Pedía agua, mientras se desangraba, llegó un soldado o guardia (ya no recuerdo) y lo asesinó. Carlitos lo lloró como un niño, era su hermano.
Yo tuve problemas en el partido porque mantenía la relación con mis amigos del ERP, y esto me llevó a un fuerte llamado de atención. Yo no lograba entender, si el objetivo era el mismo porqué no nos uníamos, aun con las diferencias, deberíamos tener objetivos comunes.
Por los problemas que tuve, la falta de seriedad del partido para enfrentar la lucha militar, y la necesidad que sentía de tener con qué defenderme en caso me quisieran capturar, decidí moverme para el PRS-ERP. Argumenté problemas personales para salirme, recuerdo bien al chino cuando me dijo, “Mirá si son problemas ideológicos los podemos discutir, pero si son personales es tu decisión”, insistí en lo personal y me dieron la baja.
Hable con Carlitos y le indiqué que me iba del partido que quería irme al ERP, él consideró que (siempre por bicho) no me iba a la clandestinidad, y pidió que me ubicaran en el frente abierto, me enviaron a las Ligas Populares de Secundaria 28 de Febrero (LPS-28) en San Salvador, yo estudiaba ya en el tecnológico.
La hermandad crecía, conocí gente muy sacrificada. Pero en una ocasión, con el Ministerio de Trabajo en manos de las Ligas, nos informaron que los escuadrones iban a sacar o atacar en esa noche y se montó una acción (que a la distancia realmente fue estúpida, pero típica en esos días).
La organización decidió cercar el cerco militar que cercaba a los compañeros en el ministerio, sin armas, cerca de la madrugada, la tensión era dura, en la oscuridad, logramos ver las sombras que nos tenían encañonados, decidí despedirme gritando y empezamos a tirarles un discurso a los policías y guardias que nos apuntaban.
Unos días después evaluamos la actividad, nos agarró una de las gemelas y en mi caso criticó mi actitud pequeño burguesa, la falta de disciplina, el evidente amotinamiento ante el compañero que iba responsable… Como decía “Aniceto”: uno de bicho es tonto respondí que si el compañero era responsable, que le inyectaran vitaminas para la próxima porque a la hora en que yo empecé a echarles el discurso, el compañero estaba sentadito en la cuneta con otra compañera platicando, lógico, eso fue también criticado.
Ese mediodía, mientras íbamos cabizbajos a hacer el esfuerzo de reunir algún dinero entre todos para comprar algunos platos de comida, me volvió el fantasma de que esos locos eran pro-chinos (a lo Pol Pot). A la distancia siento vergüenza al ver que fue exagerada esa reacción, pero en aquel momento la crítica fue tan fuerte, tan agresiva que hablé con César, que ya tenía algún rango dentro de la Juventud , le pedí regresar al partido.
Porque me fui a la guerra
y me regresé antes de que empezara
(Parte II)
Platiqué nuevamente con Carlitos y me respondió: “Ustedes están muy bichos, los voy a conectar con alguien que les pueden enseñar más sobre marxista y luego, cuando ustedes crean que ya están listos toman la decisión”, acepté de inmediato y le comuniqué que éramos tres los interesados.
Las posiciones ideológicas y metodológicas del PCS-JCS y del PRS-ERP eran totalmente distintas, los primeros insistían (luego de varios fraudes electorales desde 1972) que la toma del poder sería mediante las elecciones. El PRS-ERP proponía una insurrección, pero claro con armas, por eso es que mantenía vivo y activo el ejército. Me parecía más correcto el camino del ERP y me entusiasmaba la idea de ingresar, pero desde fuera los veía muy pro-chinos y eso me preocupaba. Acepté el compás de espera que nos sugirió Carlitos.
El alguien que nos educaría era Jorge “El Bitle” García tenía bastante experiencia en el campo sindical, pero había “reventado” con el Partido Comunista unos años antes, y en el momento en que lo conocimos como nuestro instructor, no era militante de organización alguna. Jorge era un estudioso del marxismo, de la historia patria y era un excelente teórico, nos reunimos, Paty, César, Jorge y yo y acordamos mantener esas citas semanalmente, en cada una se expondría un tema histórico o filosófico y nosotros teníamos libertad de preguntar, de cuestionar, de aprender.
Un buen día el “Bitle” nos dijo que Carlitos le había ordenado nos conectara con la Juventud Comunista, a mí me pareció extraño porque habíamos acordado que cada uno de nosotros tres decidiría si iba al ERP o a la JCS. Ese fue el último día que nos reunimos y quedamos que en la siguiente reunión estaría hecho el contacto con la juventud.
Para el primer contacto llegamos al punto acordado, saludamos y nos dijeron “ustedes (César y yo) se quedan y la compañera (Paty) que siga hasta aquel arbolito, allí estaba otra persona esperando por ella, porque va para otro organismo”.
Nos explicaron que los organismos se llamaban Células porque se multiplicaban mediante la división de sí misma, igual que nosotros, cada uno debía proyectarse para conquistar otras cinco personas y convertirnos, en responsables de un organismo; cada uno debía buscar al menos tres locales en los que nos pudiéramos reunir con ciertas condiciones de seguridad mínimas (incluyendo ruta de escape); todos deberíamos utilizar seudónimo y en actividades del partido, aun cuando estemos enmascarados; por ser estudiantes únicamente pagaríamos un colón mensual; los materiales que utilizaríamos para ejecutar cada tarea que nos encomendara, sería por nuestra cuenta; que siempre leeríamos algo y hoy había que comprar el primer folleto que se llamaba “La Célula” y costaba 1 colón.
Que la célula contaría con dos compañeros más: El chino Alex y Oswaldo, quedando Líber como responsable, por tanto él conocía al siguiente en la línea de mando (hacia arriba) nadie más; que la compartimentación era importante y que una violación a la misma podría ser castigada severamente con la expulsión, por tanto no había que andar de curioso preguntando lo que no interesaba; que nos íbamos a reunir una vez a la semana. Cuando leí por primera vez el poema de Roque Dalton: “Buscándome líos”, me causó gracia, porque caí en cuenta que en tantos años, el partido no había cambiado mucho.
Las posiciones ideológicas y metodológicas del PCS-JCS y del PRS-ERP eran totalmente distintas, los primeros insistían (luego de varios fraudes electorales desde 1972) que la toma del poder sería mediante las elecciones. El PRS-ERP proponía una insurrección, pero claro con armas, por eso es que mantenía vivo y activo el ejército. Me parecía más correcto el camino del ERP y me entusiasmaba la idea de ingresar, pero desde fuera los veía muy pro-chinos y eso me preocupaba. Acepté el compás de espera que nos sugirió Carlitos.
El alguien que nos educaría era Jorge “El Bitle” García tenía bastante experiencia en el campo sindical, pero había “reventado” con el Partido Comunista unos años antes, y en el momento en que lo conocimos como nuestro instructor, no era militante de organización alguna. Jorge era un estudioso del marxismo, de la historia patria y era un excelente teórico, nos reunimos, Paty, César, Jorge y yo y acordamos mantener esas citas semanalmente, en cada una se expondría un tema histórico o filosófico y nosotros teníamos libertad de preguntar, de cuestionar, de aprender.
Un buen día el “Bitle” nos dijo que Carlitos le había ordenado nos conectara con la Juventud Comunista, a mí me pareció extraño porque habíamos acordado que cada uno de nosotros tres decidiría si iba al ERP o a la JCS. Ese fue el último día que nos reunimos y quedamos que en la siguiente reunión estaría hecho el contacto con la juventud.
Para el primer contacto llegamos al punto acordado, saludamos y nos dijeron “ustedes (César y yo) se quedan y la compañera (Paty) que siga hasta aquel arbolito, allí estaba otra persona esperando por ella, porque va para otro organismo”.
Nos explicaron que los organismos se llamaban Células porque se multiplicaban mediante la división de sí misma, igual que nosotros, cada uno debía proyectarse para conquistar otras cinco personas y convertirnos, en responsables de un organismo; cada uno debía buscar al menos tres locales en los que nos pudiéramos reunir con ciertas condiciones de seguridad mínimas (incluyendo ruta de escape); todos deberíamos utilizar seudónimo y en actividades del partido, aun cuando estemos enmascarados; por ser estudiantes únicamente pagaríamos un colón mensual; los materiales que utilizaríamos para ejecutar cada tarea que nos encomendara, sería por nuestra cuenta; que siempre leeríamos algo y hoy había que comprar el primer folleto que se llamaba “La Célula” y costaba 1 colón.
Que la célula contaría con dos compañeros más: El chino Alex y Oswaldo, quedando Líber como responsable, por tanto él conocía al siguiente en la línea de mando (hacia arriba) nadie más; que la compartimentación era importante y que una violación a la misma podría ser castigada severamente con la expulsión, por tanto no había que andar de curioso preguntando lo que no interesaba; que nos íbamos a reunir una vez a la semana. Cuando leí por primera vez el poema de Roque Dalton: “Buscándome líos”, me causó gracia, porque caí en cuenta que en tantos años, el partido no había cambiado mucho.
Porque me fui a la guerra
y me regresé antes de que empezara
(Parte I)
-"¿Te imaginas que pasaría si se dan cuenta que aquí se reúne gente de la Juventud Comunista?, después hablamos de eso, yo quiero hablar con ustedes sobre eso, pero otro día".
-"Pero no con todos, algunos tienen parientes que son miembros de ORDEN"
-"¡Puta! A pues decime con quienes"
Serían las 9 de la noche y tendría que haber sido una noche de octubre o noviembre de 1977. Por alguna razón que no sabíamos y no nos interesaba averiguar (porque todos la estábamos pasando de maravilla entre broma, música y coca-cola), la Casa de la Cultura aún estaba abierta, a pesar de que había pasado con mucho la hora de cierre.
Papa Joe era el director, César, otros jóvenes y yo, estábamos aún allí, cuando en intervalos de tres minutos empezaron a salir de una sala que había permanecido cerrada toda la tarde, algunos desconocidos, bueno, algunos no habituales visitantes, entre ellos un conocido dirigente estudiantil, alguien que sabíamos era dirigente sindical y otras personas a las que no pudimos identificar, y justamente por cuestionarle porqué se habían reunido tantos dirigentes, fue que Papa Joe reaccionó pidiendo calma.
La Juventud Comunista de El Salvador (JCS), era el grupo de choque del Partido Comunista de El Salvador (PCS), ambas organizaciones eran ilegales ya que el "Título X – Régimen de derechos individuales de la Constitución Política" vigente desde 1962 establecía claramente, en el Art. 158, inciso segundo: “Queda prohibida la propaganda de doctrinas anárquicas o contrarias a la democracia.” (entiéndase comunistas, socialistas, anarquistas)
Yo estaba interesado en ser parte de alguna de las organizaciones político militares clandestinas que ya existían (en ese momento FPL y ERP), pero la cuestión no era fácil y tampoco era de andar preguntando de arriba para abajo dónde entregaban las solicitudes, había que tener mucho cuidado. Compartíamos esa idea con César. Con Paty, lo platicamos y ello lo que deseaba era aprender más sobre filosofía y otras formas de pensamiento político.
Por otro lado de la ciudad, había conocido a Carlitos y en una plática sacó la sangre “erepiana” que tenía, y entonces le platiqué de mi intención. Con el tiempo, me confesaría que la dificultad no era “conectarme” con la organización sino que se consideraba amigo de mis padres. En esos días lo más común era que te fueras a la clandestinidad, es decir que abandonaras tu familia por completo, que asumirás otra identidad con las consecuencias que eso tenía o bien que te asignaran al frente abierto, lo que era similar a una sentencia de muerte en suspenso, porque la represión aún era selectiva, pero implacable.
Así es que la confesión de Papa Joe, nos cayó bien. Unos días después le recordé lo que teníamos pendiente de platicar y él evadió mucho, entonces entendí que la cosa por ese lado no iba a caminar.
-"Pero no con todos, algunos tienen parientes que son miembros de ORDEN"
-"¡Puta! A pues decime con quienes"
Serían las 9 de la noche y tendría que haber sido una noche de octubre o noviembre de 1977. Por alguna razón que no sabíamos y no nos interesaba averiguar (porque todos la estábamos pasando de maravilla entre broma, música y coca-cola), la Casa de la Cultura aún estaba abierta, a pesar de que había pasado con mucho la hora de cierre.
Papa Joe era el director, César, otros jóvenes y yo, estábamos aún allí, cuando en intervalos de tres minutos empezaron a salir de una sala que había permanecido cerrada toda la tarde, algunos desconocidos, bueno, algunos no habituales visitantes, entre ellos un conocido dirigente estudiantil, alguien que sabíamos era dirigente sindical y otras personas a las que no pudimos identificar, y justamente por cuestionarle porqué se habían reunido tantos dirigentes, fue que Papa Joe reaccionó pidiendo calma.
La Juventud Comunista de El Salvador (JCS), era el grupo de choque del Partido Comunista de El Salvador (PCS), ambas organizaciones eran ilegales ya que el "Título X – Régimen de derechos individuales de la Constitución Política" vigente desde 1962 establecía claramente, en el Art. 158, inciso segundo: “Queda prohibida la propaganda de doctrinas anárquicas o contrarias a la democracia.” (entiéndase comunistas, socialistas, anarquistas)
Yo estaba interesado en ser parte de alguna de las organizaciones político militares clandestinas que ya existían (en ese momento FPL y ERP), pero la cuestión no era fácil y tampoco era de andar preguntando de arriba para abajo dónde entregaban las solicitudes, había que tener mucho cuidado. Compartíamos esa idea con César. Con Paty, lo platicamos y ello lo que deseaba era aprender más sobre filosofía y otras formas de pensamiento político.
Por otro lado de la ciudad, había conocido a Carlitos y en una plática sacó la sangre “erepiana” que tenía, y entonces le platiqué de mi intención. Con el tiempo, me confesaría que la dificultad no era “conectarme” con la organización sino que se consideraba amigo de mis padres. En esos días lo más común era que te fueras a la clandestinidad, es decir que abandonaras tu familia por completo, que asumirás otra identidad con las consecuencias que eso tenía o bien que te asignaran al frente abierto, lo que era similar a una sentencia de muerte en suspenso, porque la represión aún era selectiva, pero implacable.
Así es que la confesión de Papa Joe, nos cayó bien. Unos días después le recordé lo que teníamos pendiente de platicar y él evadió mucho, entonces entendí que la cosa por ese lado no iba a caminar.
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