miércoles, 25 de junio de 2008

Lluvia...

Llueve sobre Santa Tecla, llueve intenso. Por la tarde también llovió y pude sentarme a ver la lluvia, mientras comía un par de pastelitos rellenos de carne y verduras.

La lluvia me brinda una sensaciòn especial de paz, aprendí a tenerle cariño, tenîa (quizàs todavìa) la esperanza de que limpiara toda la miasma que me rodeaba...

Hoy, por la tarde, por fin tuve unos minutos para sentarme y ver llover... por la noche, mientras la tormenta cae, pienso en cuantas veces la lluvia buscó barrer el dolor o la tristeza que me dolìa, que me llenaba, que me hacía sentir melancólico.

Me encanta "ver llover" pensar en las gotas que caen y recordar cuando niño descubrí que las gotas de agua se podían dibujar como una v rebotando en el suelo; cuando me empapaba y esperaba la lógica regañada de mi madre o cuando nos mojamos todos (padre, madre, hermano y hermanas) y llegábamos al cuarto en el que vivíamos y nos cambiábamos de ropa rápidamente para no enfermarnos; y era una experiencia divertida.

La lluvia siempre fue mi amiga, aunque el celo de mi madre me la evitara, caminar bajo el agua, era bello. Hoy no lo hago, hoy le huyo, pero me encanta ver llover, lo disfruto, me alegra.

...Y hoy pude hacerlo tranquilo, sin el sobresalto que me ocasionó aquel hermano que, mientras yo disfrutaba la lluvia tras la ventana de un bus de la Ruta 9 un sábado por la tarde cerca de la Universidad de El Salvador, él me colocó una 38 en la nariz y me pidiò que le diera la cartera, el dinero, el reloj, y se llevó el último reloj que compré y los únicos cinco colones que tenía antes del día de pago...(y pensar que antes de eso me jactaba de que nadie me sorprendía), pero asì es la lluvia.

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