Se acabó "Enfoques", Así nos lo informan hoy a quienes leemos La Prensa Gráfica, ¿Que sigue? ojalà que como dice el periodista Josè Luis Sanz en lo que siga esté "el llamado a decir lo que nadie dice, a provocar cortocircuitos,"
Enfoques tuvo excelentes trabajos y muchos impactaron, sin embargo mencionaré uno que no aparece mencionado en la última edición y es el titulado "Las ruinas del Maya", a mi me impacto mucho porque me hizo regresar a la infancia y a los problemas y limitaciones que se dan cuando vivis en mesón. Los que hemos tenido la fortuna de "convivir" en mesón y la mayor fortuna de salir de él, que ahora tenemos una casa (aun cuando estè hipotecada) "nuestra", pues podemos hacer comparaciones.
Me impactó especialmente porque es un pecado que todavìa existan salvadoreños que viven en esas condiciones. Recuerdo que hace muchos años en Santa Ana, un compañero de trabajo de mi padre que recién había vuelto de un viaje a Costa Rica, explicaba que en Costa Rica no existían mesones, con la edad que tenía, me preguntaba como viviría esa gente, porque el Mesón era la relación que hasta entonces había tenido con un hogar.
Ese artículo me hizo recordar también, que muchos años después de ese momento, leí un trabajo en la "Revista ECA", en la que habían hecho un estudio sobre mesones y colocaron al investigador a vivir en una pieza de mesón con una familia.
Ese trabajo decìa en algún momento que para poder comprender lo que es vivir en mesón transcribían un par de notas tomadas de la libreta del investigador y una de ellas era algo parecido a "no soporto esto más, me voy" o algo así, pero indicaba que sentía que se asfixiaba en ese ambiente y que mejor se iba para su casa.
Por eso me impactó tanto leer esto:
“Lloro, pero no quiero que me vea así mi familia, no quiero afectarlos. Lloro a solas, acostada de lado, viendo la pared, sin hacer ruido”. Trata de ser fuerte porque intuye que es débil.
Nauseabundo. Entre todas las cosas que causan malestar en el Maya, que son muchas, el área de las letrinas es la más crítica. Ni los inquilinos se acostumbran al hedor.
—Aquí estamos viviendo mal, estamos sobreviviendo. Voy a la iglesia, y creo en el cielo. Pero el infierno debe ser así como en el Maya... o peor.
Lo dice mientras posa la vista sobre la cama de Carmen. Un colchón lleno de túmulos y hondonadas rodeado de recortes de periódicos con las imágenes de Maná y Juanes, sus artistas favoritos. “Allí duerme una princesa”, dice con los ojos aguados. Su hija tararea, desde lejos —a un metro y medio de distancia— una canción de la radio.
—Ve, quiere ser cantante ahora.
—Ay, mamá, se vale soñar, eso es gratis.
Bueno Gracias a todos los que pasaron por "Enfoques" y ojalà lo que venga sea mejor y no un retroceso.
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