Hola mi hermano, sabes me habría gustado escribirla con un plato servido de arroz en leche, porque de chico era un alimento muy especial, solo ocasional, y de adulto sigue siendo un muy rico manjar. Pero las cosas no andan bien por aquí y no hay quien quiera regalarme arroz en leche. Así es que tengo música de los 70 los Quila, y otros, para escribir.
¡Juela, men!, tenía años de no agarrar un libro de principio a fin, sin soltarlo. De entrada gracias por tu escritura en la primera página "De los que no renunciamos a la paz y la verdad", sobre todo hoy que hasta los "revolucionarios" se aumentaron 800 dólares, no importa que lo reviertan con golpes de pecho, Imagino que Felipe se ha de estar revolcando en su tumba, al escuchar a su hermana...
Yo quiero sentirme parte de los tuyo, "de los que no renunciamos a la paz y la verdad".
Luego de eso una confesión: a lo mejor de vista conocí a tus hermanos, porque por esos días en que permanecían en la UES y en la acción del MIntrab yo estaba en las LP-28, luego me regresé al partido hasta que reventé.
Finalmente lo que te quiero escribir: ¡Qué bello libro Chiyo!, ¡Que bello libro!
Y cuando lo leo pienso que a lo mejor no me equivoqué, porque mientras áquí veías actitudes pusilánimes o egoistas y de envidia, en el campo el ejército represor se daba gusto con nuestros hermanos en el campo. Yo me largué porque me convencí que no íbamos para ningún lado, pero quedaron ustedes, los que durante una década la socaron y vivieron y que hoy, como bien me dijo algún camarada alguna vez: luego de la paz fueron resinsertados a la pobreza.
Tu libro es tan humano, y es que pienso que te dibuja, luego de conocerte... por cierto ¿sabes? Frank, el compañero de trabajo que me acompañó cuando compramos el libro, al salir del MUPI me preguntó que cuánto tiempo tenía de conocerte y le dije que unos 10 minutos, lo que habíamos hablado y me dijo "No joda, yo pensé que se conocían de años, por la forma en que hablaron", en realidad y siendo justos lo que le impresionó fue tu calidad humana, le recorde "las mil y una historias..." y dijo que lo releería para reencontrarte en esas páginas.
Me encanta como describís al mítico comandante, en una sola frase "Te maté hjueputa!" y luego darás más elementos sobre él, sin resentimientos, ni malas intenciones. Pienso en cuando escondiste las lágrimas porque no se permitía llorar y me acuerdo de la paja de siempre "endurecerse siempre, perder la ternura jamás!" como que no tenías sentimientos, como que no dolía perder un camarada, y recuerdo lo que me dijiste cuando hablamos de tus hermanos enterrado en El Rosario "Yo admiro a los que se enfrentaron a la dictadura con las manos" ¡Puta Chiyo, que libro más vergón te has escrito! y hoy me doy el gusto de hablar como chero porque voy a cerrar este blog y este es el último post antes de la despedida.
Para Semana Santa tuve que acompañar a mi esposa a un trámite a Ciudad Barrios y veía las serranías y no podía dejar de pensar que a lo mejor fueron tus terrenos, que tus pies anduvieron allí, que allí se empezó a formar el gran ser humano que sos. ¿Cuando vamos a Morazán, eh?
Que diferente sería El Salvador, si la gente como vos y mi gran hermano el "Choco" Dany, hubieran sido los que dirigieran la guerra, pero no fue así... Creo que voy a imitar a la compañerita chapina que me comentaste: -voy a releer tu libro, tu gran libro, tu bello libro. Gracias Chiyo, me has emocionado, me has hecho recordar muchas cosas, pero sobre todo me has ayudaro a reafirmar lo que creo: ya es tiempo que la guerra la escriban los que la vivieron y sufrieron... Gracias mi hermano.
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