sábado, 17 de marzo de 2012

Al general le abundó quien le escriba

Si bien el artículo 2 de la Constitución establece el derecho individual y fundamental a la vida para toda persona residente en el territorio nacional de El Salvador y no establece el mecanismo con el que el Estado garantizará ese derecho, uno no espera que el Estado se convierta en rehén de los delincuentes, arrodillándoseles para canjear privilegios y dinero a cambio de que cesen la matanza.

Lo que evidencia la actual discusión sobre esta negociación, es el tácito reconocimiento que las autoridades de seguridad han hecho de las pandillas, las han convertido en empresa privada y al prohibirles actuar en sus negocios (que son la muerte y la extorsión), les ha compensado brindando beneficios a los miembros de sus buró de dirección, beneficios que según denuncia “El Faro”, no sólo son el traslado a penales menos disciplinados, sino beneficios económicos.

¿Por cuánto tiempo será esto? Y ¿Cuándo finalice que ocurrirá? Son dos preguntas que surgen de inmediato. Como bien dice una de las fuentes a las que “El Faro” acudió para elaborar la información: “La onda es que cuando esto se acabe, los bichos van a estar, ¡puta, bien grrrrrrr! Va a haber una gran lista de personas, que esta vieja puta, que este viejo cerote… ¿cómo van a explicar después esa gran subida de homicidios?”.

Si bien esa es una preocupación posterior y este gobierno podría emplear la misma técnica del anterior que endeudó al país, considerando que la explosión por el pago de esas deudas las tendría que enfrentar el siguiente gobierno, es imposible, al menos para mí, el no pensar en las condiciones de este trato, que reducen al Estado a un títere de la voluntad de no más de 20 personas a las que el Estado jamás ha podido disciplinar y/o controlar.

Todos comentamos ahora lo que publicó “El Faro” y esto únicamente sirve para convencernos de que este país sin “El Faro” estaría peor, nosotros seríamos prisioneros de la propaganda oficial y seguiríamos ignorando lo que algunos funcionarios hacen con el dinero que pagamos en impuestos y cómo pretenden cumplir con su obligación de garantizar nuestras vidas.

Sin duda este país sin “El Faro” estaría a oscuras


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