Ojalá, como dice Carlitos Mejía, que la Selecta le gane a México mañana domingo.
Porque si le ganamos a México, que importa que la Sala de lo Constitucional haya sido anulada por la acción de dos individuos con el poder suficiente para doblarle el brazo a todo mundo; que importa que el chantaje de los documentos conservados en las oficinas de don Hernán haya funcionado tan bien para hacer que todos actuaran como un ejército (de corruptos) y por el momento tengan la iniciativa de su lado.
Porque si le ganamos a México, seguro le autorizamos no sólo que vaya a Disney, Le conseguimos que visite los museos de Europa, los campos de Japón, los Tatúes de Viet Nam (total ni aquí los vio o vivió).
Porque si le ganamos a México el ánimo nos sube tanto que perdonamos hasta las traiciones de los amigos, de los amigos de los amigos y hasta de las mujeres que les rodean.
Y es que otro Carlitos, un alemán de apellido Marx, se equivocó: en El Salvador, el opio del pueblo no es la religión, es la selección…
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