Mi padre me enseñó que la amistad es el sentimiento más honesto e importante para cada ser humano, aun cuando existan algunos que no lo entiendan, así es la cuestión. Yo lo pude conocer a través del cariño y lealtad a toda prueba de mi hermano y hermanas, y de los pocos amigos que he logrado tener.
Uno no puede darse el lujo de pedirle a alguien que arriesgue el pellejo por uno y luego dejarlo tirado, eso es deslealtad, no es propio de los amigos y genera, en quienes nos conocen, un racional sentimiento de desconfianza: el que traiciona una vez, lo harà siempre, poque ya le encontraron el precio (que puede ser cualquier cosa, dinero, tortura, una beca, un viaje...)
Lo aprendimos en la juventud, codo a codo con la muerte, siendo leales entre los que nos conocimos y día a día dabamos gracias a Dios por estar vivos, quizás por eso ese sentimiento me ha acompañado siempre. No concibo que se le pueda pedir a alguien que nos acompañe en un proyecto que no vamos a impulsar nosotros mismos, no podemos pedirle que impulse un proyecto que no vamos a respaldar.
Así mismo es imposible que se pueda confiar una responsabilidad a alguien si no se le entrega además la autoridad suficiente para que la ejecute. El director lo que hace es que dirige, sòlo eso, se supone que si confía un instrumento a alguien dentro de la orquesta es porque sabe que puede hacerlo sonar bien, sino que chiste.
No se puede nombre una directora de cualquier rama y esperar que cumpla ciegamente las órdenes que llegan de arriba, cuando estas son la de romper, desarmar el equipo de trabajo que ha logrado armar. Ese es un error básico administrativo, pero además en ciertas instancias puede incluso volverse político y de imagen.
Leo en "El Faro" que Breni Cuencia (a quien no conozco como persona ni como profesional) ha sido removida de su puesto y que, en solidaridad, un buen número de su equipo le ha seguido los pasos, bien por ellos, por la dignidad mostrada (en otros niveles eso significa hambre y es difìcil tomar medidas màs allà de la solidaridad verbal), mal por quien la destituye, que si así sigue, se va a quedar solo.
Bueno en realidad no se va a quedar solo, porque siempre estarán los sobalevas, los incapaces que están dispuestos a besar cualquier par de cachetes (olorosos o no) con tal de alimentar su ego (siempre que les llame señor titular, señor director) y su bolsillo con todo lo que puedan arrasar. Pero ojo, eso no es, no debería ser un proyecto de izquierda, menos si se piensa y pregona que la guía es Monseñor Romero.
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