viernes, 20 de julio de 2012

Don José Miguel Insulza: usted es cuelludo


Don José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA - Foto de la OEA.

Le comento primero, en El Salvador, es común en el caló militar llamar “cuelludo” a alguien que tiene cuello, es decir que tiene protección de los superiores y por tanto, es intocable. Hasta donde sé no se usa de manera despectiva, sino que más bien de admiración y un poco de envidia.

Pues bien es cuelludo y le explico brevemente porqué: porque usted es más importante que cualquier ciudadano salvadoreño, porque a pesar de lo que diga la constitución, era más importante, durante su visita, garantizar que los discursos oficiales no fueran ensuciados por algún ruido, así fuera necesario sacrificar el bienestar mental y los sentimientos de cinco familias, que fueron relegadas a segundo plano para poder asegurar que usted recibiera armas y promesas, compromisos y promesas, solicitudes y promesas.

Fíjese que yo no creo eso de que hasta hoy encontraron a los cinco jóvenes, ¿sabe porqué? Porque con el poderoso y eficiente sistema de investigación con que contamos, se descubren tumbas clandestinas, solamente cuando se ha dado criterio de oportunidad, es decir solo cuando uno de los que enterró se arrepiente, traiciona a sus colegas para garantizar su libertad o bienestar personal e indica dónde exactamente fueron enterrados, quienes fueron enterrados en los hechos en que participó.

Asi es que le felicito, don José Miguel, usted es un cuelludo.

domingo, 15 de julio de 2012

Descansa en paz don Marcelino

Imagen de los pies de don Marcelino. Foto de Yolanda Cativo.



Leo un Tweet de Ricardo Vaquerano que informa el fallecimiento de don Marcelino García Fabián, un señor que conocí un fin de semana de no sé que año, gracias a Yolanda Cativo; fue ella, quien nos convidó a visitarle, y nos hizo una introducción sobre quien era “Don Chelino”.

A mi me impresionó la distancia entre el pueblo de Tacuba y el cuarto que habitaba don Marcelino, porque él la recorría a pie. Nosotros iniciamos el trayecto desde el pueblo, subiendo y bajando cuestas en un pick-up que, dejándonos en un punto intermedio del camino, nos hizo seguir subiendo y bajando cuestas a pie, hasta llegar, luego de la última cuesta de rocas a la casa de don Chelino.

Estuvimos en su casa unas cuatro horas, platicamos sobre diversas cuestiones, aprovechamos para que nos tradujera algunas frases a Nahuatl e intentamos obtener sus recuerdos de 1932, pero sobre esto último muy poco logramos: Nos comentó que salió huyendo hasta resguardarse en unas cuevas en la frontera con Guatemala, y que allí esperó hasta que pasó la masacre y sólo quedó el odio, la desconfianza que por tantos años marcaría la historia patria.

En algún momento de la plática recuerdo que le pregunté “¿De los presidentes que ha conocido para usted, quien ha sido el mejor?”, su respuesta fue inmediata “Napoleón Duarte”, ¿porqué? Repregunté y sin dudarlo: “Porque si no fuera por él no tuviera este terreno en el que vivo”. Me hizo recordar la frase de cierre de “El Salvador, la tierra y el hombre” de David Browning.

Su pobreza era evidente, no se necesitaban definiciones o estadísticas para notar que en ese cuarto de unos ocho por seis metros, oscuro y construido de adobe, reinaba un pequeño trípode de hierro que atestiguaba su función de cocina gracias a brasas que sobre el piso, testimoniaban que hubo presencia de leños calentando la alimentación de don Marcelino. Recuerdo tres pequeños bancos de madera completando el amueblado y un terreno seco que rodeaba la casa. Allí sobrevivía, como miles de salvadoreños más, como ha sido a lo largo de los años, desde antes de 1932, como sigue siendo ahora, como al parecer, seguirá siendo gracias a la acción de los políticos que tenemos y cuyas acciones padecemos.

Don Marcelino ha fallecido e imagino que en Tacuba se le despedirá con tristeza, pero con el reconocimiento de los aportes que entiendo hizo al final de su vida para rescatar, todo lo que fuera posible, tradición, historia… Descanse en paz don Marcelo García Fabián, el querido “Don Chelino” de Yolanda.

martes, 10 de julio de 2012

Cambalache: la realidad actual



Enrique Santos Discépolo fue un argentino que escribía tangos, pero que en 1935, tuvo la visión de la realidad actual, la escribió y la llamó "Cambalache", impresiona la exactitud con la que, a esa fecha, describe la realidad de hoy día.

Como no recordarlo hoy que vemos a algunos diputados que, montados en un macho hecho a la medida de su capricho, insisten en violar la constitución y desconocer a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, rascando en lo más hondo de la vida de esas personas viendo que encuentran para deshonrarlos públicamente, olvidando que quien tiene techo de vidrio, debería mejor quedarse quieto.

Hoy vale la pena escuchar "Cambalache", reflexionándolo, hoy que esta realidad nos está ahogando las esperanzas... hoy que mientras acá nos vestimos de blanco en España, quienes pelean por hacer valer su derecho a la vida por sobre el egoismo del gran capital y la indiferencia del gobierno, hacen su sacrificada marcha negra.

Hoy que los que se creen ganadores de la reciente batalla en Hacienda se alistan a cobrar cabezas y a reinar sobre el miedo de la mayoría.

Hoy que pareciera que no fueron suficientes las balas y las muertes, las pérdidas, los lamentos, las tristezas y toda la mierda que tuvimos que soportar para hacer de este, un país digno para nuestros hijos.

domingo, 8 de julio de 2012

Samba pa ti...


No recuerdo cuándo, ni dónde la escuché por vez primera, Santana Abraxas fue un disco que hizo historia, era el tema de conversación entre los jóvenes de ese tercer ciclo en el que estudiaba, quien no lo había escuchado no estaba en nada.

Pienso que fue Milton, un compañero del séptimo grado, quien hizo que lo escucháramos. Milton me vendió el Aritmética de Baldor en 10 colones, porque él necesita dinero, y sólo en séptimo grado (1973), fuimos compañeros.

Excelente persona, yo era bastante ingenuo y él fumaba marihuana, pero llegué a apreciarlo porque nunca me ofreció, me decía que para alguien como yo no era bueno, que más adelante talvez si decidía la probara, me enseñó a hablar en caliche y poco a poco a integrarme con el resto de compañeros.

Yo le agradezco, porque el tercer ciclo para mí fue muy duro, la infancia no había sido fácil, trabajabamos y no teníamos mucho tiempo para juegos y compartir con los compañeros de escuela, así es que era algo retraído y Milton me facilitó en mucho la integración.

Ojalá Milton sea feliz, es lo que les deseo a todos los seres humanos verdaderamente humanos que he encontrado en la vida.

La escucho hoy con remedos de lluvia, en soledad y pensando en tantas cosas.