“…hay algo que se plantea, la exigencia a todo joven comunista es ser esencialmente humano, y ser tan humano, que se acerquen a lo mejor de lo humano. Que se purifiquen, lo mejor del hombre a través del trabajo, del estudio, del ejercicio de la solidaridad continuada con el pueblo y con todos los pueblos del mundo, que se desarrolle al máximo la sensibilidad para sentirse angustiado cuando se asesina a hombre en otro rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una nueva bandera de libertad…”
Dr. Ernesto Guevara de la Serna
Ser de izquierda en una época pasada, era ser parte de una humanidad creciente, de hombres y mujeres que se identificaban por su pasión al trabajo, a la verdad, a la ciencia, a la investigación, a la solidaridad. Era el ideal.
Los "elegidos" podían saber si alguien era parte de ese sueño si al empezar “arriba parias de la tierra…” cantada por un Europeo o bien “arriba los pobres del mundo, de pie los…” en la versión de Quilapayún en América, los ojos brillaban y el puño se alzaba para acompañar el canto, Y sin importar en que idioma se cantara, uno sabía que era el canto internacional de los obreros, de esa clase que crecía en sueños y realidades (según creíamos).
En esa época, ya muerta, el sacrificio era lo común, no se esperaban recompensas, sin duda era una utopía completa. Frases como aquella del Dr. Ernesto Guevara de la Serna en una entrevista de 1959: “…para nosotros los que vivimos al Sur del río Bravo cualquier de las patrias americanas es nuestra y sobre cualquiera de ellas podemos dar nuestra sangre en la seguridad de que estamos luchando por nuestra patria”. Y así, él mismo, nacido en Argentina, triunfa en Cuba y muere en Bolivia, siguiendo ese sueño…
Luego llegarían muchos más ejemplos, bolivianos, argentinos, cubanos, salvadoreños en el Chile del 73; cubanos en Angola; salvadoreños, guatemaltecos, panameños, en Nicaragua; Otros tantos en El Salvador, y así, todos construyendo el sueño en todas partes… Pero ese tiempo ha muerto, descanse en paz.
Hoy lo que importa es la ganancia, hoy, se cumple el viejo dicho de los sabios ancianos salvadoreños: “te dan la mano y te agarrás el codo”. Hoy lo importante es la ganancia, la rentabilidad de los negocios.
Esos oscuros, extraviados, ignorados, viejos conceptos de solidaridad, justicia en el comercio y otras banalidades estorbosas, se deben apartar, el viraje es al mercado.
Lo sospechábamos. Hoy tenemos la prueba, publicada en cuatro periódicos que en conjunto han hecho una investigación sobre el petróleo venezolano y cómo sirvió ese bien tan preciado, para enriquecer a unos cuantos políticos corruptos de países destinatarios (incluyendo alguien que fue alto dirigente de la Juventud Comunista de El Salvador) y compró tiempo para el dictador venezolano; en tanto, incrementó el sufrimiento para sus pueblos.
La utopía ha fallecido, ocurrió hace muchos años, antes incluso de que cayera el muro de Berlín, por tanto la mencionada publicación no es más que la confirmación de que la izquierda dejó de existir hace mucho tiempo, por eso, cualquier camino que se tome hoy, siempre llevará a la derecha.