Yo aprendí que el amor era como los cuentos de hadas… (…y vivieron felices para siempre), creí que el amor era eterno... para siempre… y lo pensaba aun cuando en más de alguna ocasión algún amigo lloró por alguien, mientras compartía sus penas conmigo y yo buscaba animarle, siempre con la canción de Cortez (“ven Manolo no llores, por esa poca cosa…”).
Pensé que el amor era automático, lo decías y eso bastaba. Y entonces escuché el llanto de un compañero de trabajo de mi padre que embriagado, mientras seguía tomando cervezas, lloraba porque su esposa le dejó. Se fue a Estados Unidos y le escribió diciéndole que se casó por allá porque él no la quería, porque nunca se lo decía… “Cómo no lo entendió, si cada vez que le decía a mis hijos que los amaba se lo decía a ella también”.
Y entonces me metí en “babosadas” (como decía la gente buena de antes de la guerra) y una vez, en el medio de un casete el amor ya no eran tan ideal (muchas veces te dije…).
Con el Gordo César y sus casetes y con los discos que Gloria trajo del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Isla de Pinos fui escuchando otro tipo de música, música subversiva y por tanto prohibida, todo por el simple hecho de ser cubana… entre estos venía ese bello poema que me hizo reflexionar sobre el amor, la edad, la muerte… y entonces entendí que el amor no es para siempre que se acaba, que se muere… si no se alimenta:
Muchas veces te dije que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien, que a esta unión de nosotros le hacía falta carne y deseo también, que no bastaba que me entendieras y que murieras por mí, que no bastaba que en mis fracasos yo me refugiara en ti.
Y ahora ves lo que pasó, al fin nació, al pasar de los años, el tremendo cansancio que provoco ya en ti y aunque es penoso lo tienes que decir.
Por mi parte esperaba que un día el tiempo se hiciera cargo del fin, si así no hubiera sido, yo habría seguido jugando a hacerte feliz y aunque el llanto es amargo piensa en los años que tienes para vivir, que mi dolor no es menos y lo peor es que ya no puedo sentir.
Y ahora a tratar de conquistar con vano afán, ese tiempo perdido que nos deja vencidos, sin poder conocer eso que llaman amor para vivir, para vivir…
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