sábado, 30 de enero de 2010

Líber y sus panes

Líber fue el responsable de la primera célula de la Juventud Comunista de El Salvador en la que milité, era musculoso, 1.70 de altura y un plante de obrero de construcción que no se lo quitaba así hubiera vestido smoking. Impresionaba, uno podía pensar que era tremendamente rudo, pero en realidad era humilde, inteligente, tenía una gran capacidad de análisis, era en resumen un ser humano fabuloso.

Cuidaba mucho su seguridad, en el tiempo que le conocí, apenas llegué a saber que Olmedo era o su nombre o su apellido, no más. Nunca supe donde vivía (y Santa Ana era en esa fecha pequeña) y bueno durante algún tiempo nos acompañó en las reuniones que teníamos, entregaba el informe político semanal, provocada la discusión del mismo, orientaba las tareas y definía lugar y fecha de la que haríamos en la semana. A mi me dió la impresión de que estaba a tiempo completo con el Partido, porque siempre andaba a la carrera, sin instrumentos de trabajo y la comida en la bolsa.

Las reuniones las hacíamos en locales prestados, casas de amigos, oficinas, fincas, parques en fín, en lugares que no llamáramos la atención, que no nos viéramos raros y eso sí nunca utilizabamos el mismo local al menos no en los siguientes dos meses, por tanto cada uno debía tener al menos tres locales listos para usarse. Era cosa de rebuscarse. Un día nos reunimos en un taller électrónico que cerraba a las 4 de la tarde. Yo me quedé esperando a la mara y a las cinco fue llegando uno a uno distanciado de 3 o 4 minutos. Al estar completos cerramos la puerta con llave e iniciamos la reunión.

En eso se dieron las seis de la tarde y Líber sacó los panes de una bolsa de papel y empezó a masticar mientras escuchaba los comentarios al informe político o las dudas e inquietudes de los cuatro que formábamos la célula que dicho sea eramos chavos de lo más común y corriente, sin puritanismo, ni poses de héroes. Ese día nos pusimos a bromear sobre los panes de Líber y entonces, con humildad dijo mientras seguía masticando: "Ustedes creen que si la guardia entra en este momento y nos "jalan" al nomás llegar nos van a dar de cenar".

Nos provocó risa la ocurrencia y seguimos en la reunión, pero desde ese día, siempre que nos reuníamos yo tenía una galleta o al menos un par de dulcitos en la bolsa de la camisa, sólo por si acaso.

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