domingo, 15 de julio de 2012

Descansa en paz don Marcelino

Imagen de los pies de don Marcelino. Foto de Yolanda Cativo.



Leo un Tweet de Ricardo Vaquerano que informa el fallecimiento de don Marcelino García Fabián, un señor que conocí un fin de semana de no sé que año, gracias a Yolanda Cativo; fue ella, quien nos convidó a visitarle, y nos hizo una introducción sobre quien era “Don Chelino”.

A mi me impresionó la distancia entre el pueblo de Tacuba y el cuarto que habitaba don Marcelino, porque él la recorría a pie. Nosotros iniciamos el trayecto desde el pueblo, subiendo y bajando cuestas en un pick-up que, dejándonos en un punto intermedio del camino, nos hizo seguir subiendo y bajando cuestas a pie, hasta llegar, luego de la última cuesta de rocas a la casa de don Chelino.

Estuvimos en su casa unas cuatro horas, platicamos sobre diversas cuestiones, aprovechamos para que nos tradujera algunas frases a Nahuatl e intentamos obtener sus recuerdos de 1932, pero sobre esto último muy poco logramos: Nos comentó que salió huyendo hasta resguardarse en unas cuevas en la frontera con Guatemala, y que allí esperó hasta que pasó la masacre y sólo quedó el odio, la desconfianza que por tantos años marcaría la historia patria.

En algún momento de la plática recuerdo que le pregunté “¿De los presidentes que ha conocido para usted, quien ha sido el mejor?”, su respuesta fue inmediata “Napoleón Duarte”, ¿porqué? Repregunté y sin dudarlo: “Porque si no fuera por él no tuviera este terreno en el que vivo”. Me hizo recordar la frase de cierre de “El Salvador, la tierra y el hombre” de David Browning.

Su pobreza era evidente, no se necesitaban definiciones o estadísticas para notar que en ese cuarto de unos ocho por seis metros, oscuro y construido de adobe, reinaba un pequeño trípode de hierro que atestiguaba su función de cocina gracias a brasas que sobre el piso, testimoniaban que hubo presencia de leños calentando la alimentación de don Marcelino. Recuerdo tres pequeños bancos de madera completando el amueblado y un terreno seco que rodeaba la casa. Allí sobrevivía, como miles de salvadoreños más, como ha sido a lo largo de los años, desde antes de 1932, como sigue siendo ahora, como al parecer, seguirá siendo gracias a la acción de los políticos que tenemos y cuyas acciones padecemos.

Don Marcelino ha fallecido e imagino que en Tacuba se le despedirá con tristeza, pero con el reconocimiento de los aportes que entiendo hizo al final de su vida para rescatar, todo lo que fuera posible, tradición, historia… Descanse en paz don Marcelo García Fabián, el querido “Don Chelino” de Yolanda.

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