martes, 7 de febrero de 2012

"Siete gorriones", un libro que debo leer

Imagen de la edición e-paper de La Prensa Gráfica


Para no aburrirme, mientras espero me despachen la cena, enciendo el radio en el celular y encuentro la Radio Nacional, y casualmente un programa llamado: “Entre Libros, Entre Discos, Entre-Vistas”, y escucho que entrevistan a “Chiyo”, a quien no conozco pero de quien he leído desde el libro “Las mil y una historias de la Radio Venceremos” y me entero de que ha escrito un libro.

Le escucho al hablar y compruebo una vez más que quien estuvo en la guerra, no por el hambre de un puesto, ni por dinero o poder, sino por la convicción de que era necesario o, porque como sucedió en el caso de este chico, no tenían alternativa (aun cuando la Chinita Imelda dice que siempre había alternativas, creo que para algunos salvadoreños no la hubo), vemos aquello como un mal necesario, pero también existe el convencimiento de que no queremos que suceda de nuevo.

Yo no quiero a mis nietos viviendo a salto de mata, durmiendo medio despiertos y saltando automáticamente de la cama con un fierro en las manos y listos a saltar al tejado, cada vez que un borracho toque accidentalmente a la puerta a medianoche. Con la paranoia en ojos y cerebro, en cada parada de buses; desconfiando de cualquier que se acerque demasiado, de los autos de vidrios polarizados; fijándote en el color de la ropa ajena, y dando mil vueltas antes de agarrar el transporte que te llevará a la reunión de este día.

Escucho hablar a “Chiyo” y expresa la cosas con una sencillez y transparencia, menciona su vida y su experiencia y no puedo evitar que mis recuerdos vuelen y empiezo a ver hacia el otro lado de la calle, donde no hay nadie, donde ya la oscuridad de la noche reina y me convenzo de que este será otro mes sin cervezas, porque hay que cazar a “Siete gorriones”, el libro de “Chiyo”. Y mientras el programa avanza presentando a otros invitados, me llaman para entregarme el pedido y yo paso mi mano por las mejilla que húmedas, testimonian al agradecimiento que tengo a Dios por estar vivo, por haber conocido a campesinos y a obreros maravillosos, por haber aprendido a valorar la sencillez de la gente, la lealtad a toda prueba, la amistad de los compañeros y compañeras…

Luego de la cena, me siento a leer el periódico y veo un recordatorio “Los siete gorriones que inmortalizaron a Chiyo” y siento la necesidad de leer de nuevo la entrevista que le hizo “El Faro” y un artículo de “Vértice” sobre él y otros chicos y me convenzo de que tiene razón, ya es tiempo que la gente cuente su historia, sus sufrimientos, su vida, ya basta de análisis académicos serios o de razonamientos politiqueros, es hora de que la gente comparta con la gente su realidad para que entendamos de dónde venimos. Un libro dirigido a los jóvenes y sin duda a finales de este mes la obra de Lucio Vásquez “Chiyo” y Sebastián Escalón (entiendo que el periodista que le colaboró en la escritura) estará al lado de “Dios tenía miedo” de Vanessa Núñez Handal.

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