domingo, 22 de agosto de 2010

...eso que llaman amor para vivir... para vivir



Yo aprendí que el amor era como los cuentos de hadas… (…y vivieron felices para siempre), creí que el amor era eterno... para siempre… y lo pensaba aun cuando en más de alguna ocasión algún amigo lloró por alguien, mientras compartía sus penas conmigo y yo buscaba animarle, siempre con la canción de Cortez (“ven Manolo no llores, por esa poca cosa…”).

Pensé que el amor era automático, lo decías y eso bastaba. Y entonces escuché el llanto de un compañero de trabajo de mi padre que embriagado, mientras seguía tomando cervezas, lloraba porque su esposa le dejó. Se fue a Estados Unidos y le escribió diciéndole que se casó por allá porque él no la quería, porque nunca se lo decía… “Cómo no lo entendió, si cada vez que le decía a mis hijos que los amaba se lo decía a ella también”.

Y entonces me metí en “babosadas” (como decía la gente buena de antes de la guerra) y una vez, en el medio de un casete el amor ya no eran tan ideal (muchas veces te dije…).

Con el Gordo César y sus casetes y con los discos que Gloria trajo del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Isla de Pinos fui escuchando otro tipo de música, música subversiva y por tanto prohibida, todo por el simple hecho de ser cubana… entre estos venía ese bello poema que me hizo reflexionar sobre el amor, la edad, la muerte… y entonces entendí que el amor no es para siempre que se acaba, que se muere… si no se alimenta:

Muchas veces te dije que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien, que a esta unión de nosotros le hacía falta carne y deseo también, que no bastaba que me entendieras y que murieras por mí, que no bastaba que en mis fracasos yo me refugiara en ti.
Y ahora ves lo que pasó, al fin nació, al pasar de los años, el tremendo cansancio que provoco ya en ti y aunque es penoso lo tienes que decir.
Por mi parte esperaba que un día el tiempo se hiciera cargo del fin, si así no hubiera sido, yo habría seguido jugando a hacerte feliz y aunque el llanto es amargo piensa en los años que tienes para vivir, que mi dolor no es menos y lo peor es que ya no puedo sentir.
Y ahora a tratar de conquistar con vano afán, ese tiempo perdido que nos deja vencidos, sin poder conocer eso que llaman amor para vivir, para vivir…

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