domingo, 29 de noviembre de 2009

Como dice el tango: "20 años (por 2.5) no es nada"

Cincuenta años son bastantes,pero hoy pienso que no son demasiados.

No recuerdo mi tierna infancia. Mi hermana dice que hubo un tiempo que por necesidad, con mi mamá enferma nos enviaron a la casa de los abuelos en Mejicanos, y todas las tardes, cuando el sol se ocultaba, empezaba a llorar por no estar en la casa con mis padres, yo no lo recuerdo.

No recuerdo mis primeras casas, recuerdo ya cuando vivíamos en un mesón de nombre "El Milagro" y que tenía un enorme patio. Y lejanamente recuerdo a un niño que jugando "tilinte", se soltó de las manos de los demás y salió "volando" a estrellar la cabeza contra unas piedras en el patio. El niño murió.Ese es mi primer recuerdo de muerte: Un pequeño cajón forrado de blanco y unas gentes llorando, mientras todos en el mesón colaboraban con pan dulce, café, servirle, hacer oraciones, etc. El vecino "de pegado" era un señor hojalatero y su hijo estudiaba medicina, tenía otros, pero yo sólo recuerdo al de medicina, Gonzalo creo que era su nombre, y lo recuerdo por tres cosas: Primera: Parado a media calle con una bacinica en la cabeza y uniforme de Policía Nacional (la que desapareción con los acuerdos de paz), dirigiendo el tráfico en una esquina del parque Libertad en el desfile bufo que los estudiantes del Centro Universitario de Occidente -CUO- (hoy Facultad Multidisciplinaria de Occidente) hacían para las fiestas julias. Segunda: llevando a un niño vendedor de periódicos que un sábado por la tarde, un carro atropelló frente al mesón, todo mundo salió a ver (típicos salvadoreños) y a lamentarse, él sólo llegó, lo vio, le hizo un examen rápido, lo agarró en sus brazos y lo llevó al hospital que estaba a dos cuadras y media, era un tipo enorme, alto y grueso. Tercero: una noche, golpes apresurados en la puerta del vecino y luego el ruido: Gonzalo iba corriendo huyendo de la guardia que había desbarato un mitín. Recuerdo a otras personas más, todas pobres, pero solidarias entre ellas.

Nos fuimos luego a otro mesón que era bien limpio, tenìa el patio encementado. Y allí recuerdo a la "Morosha", una niña de unos dos años que cuidaba su hermana una chica como de 15 años, mientras la mamá se había ido a los Estados Unidos para trabajar y mandarles billetes, la cipota se rebuscaba y en la mañana, cuando iba a clase alguién cuidaba a la "Morosha", ella llegaba de clases a mil por hora para hacerle comidad y cuidarla mientras hacía las tareas, no recuerdo haberla visto ni enojada o molesta por esto, siempre andaba sonriente y sólo cuando la "Morosha" se enfermaba se preocupaba, pero todas las señoras del mesón eran un plenario de médicos dando consejos sobre medicinas y tratamientos de los abuelos para curar a la "Morosha". Recuerdo a otro chavo, que no me acuerdo còmo se llamaba, que también la Mamá vivía en Estados Unidos y estudiaba en el "Colegio San José" (salesiano) un buen día la mamá lo llevó con ella, unos meses después, don Yeyo, un tío del chavo llegó de visita y llevó una foto en la que estaba con traje de Marine graduado, creo que se iba a Vietnam. Y allí estaba también Román, un universitario que vivía con su mamá la niña Sole, ese cuate era buena onda. Mi papá, en algún lado le habían reglado una regla de cálculo y nadie sabía para qué servía, un día le preguntamos a Román y el chavo nos echó todo un rollo sobre cómo se usaba, quedé apantallado y cuidábamos la tal regla, porque, a pesar de la pobreza mis padres siempre nos inyectaron la pila de que teníamor que ir a la Universidad, entonces la regla era ya el primer "util escolar" universitario que tenìamos adelantado. Cuando llegamos a necesitar una herramienta de cálculo, ya existían las calculadoras y la regla quien sabe dónde estará en la casa de mis padres.

De allí nos fuimos a unos apartamentos (ya subíamos de categoría), tenía su propio baño y servicio sanitario, era pràcticamente un cambio de clase social (sin broma!).

Allí estabamos cuando ingresé al Instituto Nacional de Santa Ana (INSA), empecé a frecuentar el CUO y conocí a Carlitos Yan, a su papá don Pedro Yan, viejo compañero de lucha de Salvador Cayetano Carpio y miembro del Partido Comunista de toda la vida. A Jorge "El Beatle" García, a Joel Herrera (el papa Joe) y aun resto de mara más, nos hicimos amigos con el Gordo César y por medio de él con Antonia su amor de toda la vida, y de un resto de gente más. Y Allí fue que nos entró la pila de que las cosas tenían que cambiar, al principio sólo eramos el Gordo, Paty y yo, luego el Beatle nos dio formación, Papa Joe nos invitó a ser parte de la Juventud Comunista y nos fuimos a hacer lo que creíamos que era correcto. Allí aparecieron los hermanos que me acompañaron en mi adolescencia, tuve que alejarme de algunos amigos, de mi familia y aprendí, poco a poco a vivir solo y repleto de desconfianza. Era indispensable si quería seguir vivo.

El golpe del 15 de octubre me quebró totalmente, venía ya cansado de ver pleitos tontos entre direcciones de las difernetes organizaciones, e incluso dentro de la misma organización. Yo mismo había sido amenazado por un comandante para que, cuando la lucha se volviera militar, estaría supeditado a su mando y entonces se desquitaría de las bromas que siempre le gastaba, era absurdo, una inmadurez extrema (de parte mía también, quien me manda burlame de los militares), como fuera, mis hermanos primeros ya no estaban, veía acciones de cobardía en varios lugares, incluso en miembros de dirección. y luego del fracaso de las acciones del ERP en Mejicanos, Cuscatancingo y San Marcos, mi análisis personal era que ya no tenía sentido seguir.

Busqué un trabajo y aterricé, luego de seis meses de busqueda constante en La Prensa Gráfica, hice 14 años allí y hoy estoy, desde hace 10 años, donde estoy.

Y eso ha sido lo que ha pasado en 50 años de vida. Me alegro de mis amigos, de la calidad de familia que he tenido, de mis trabajos porque siempre me han permitido aportar algo. Cincuenta años, como si nada.

martes, 24 de noviembre de 2009

Volvio el cosmetólogo

He estado bien ocupado y por eso callado y hoy hablo solo para hacer una pregunta: ¿porque razón ha vuelto al ministerio de Hacienda el
Cosmetólogo, ¿Incapacidad del enviado por el partido? Que triste verdad y todo por pura desconfianza, porque de que hay inteligencia capaz y lista a servir al país (no necesariamente al partido) la hay, pero como quieren que todos se uniformen. ¡Tamos jodidos!