lunes, 7 de septiembre de 2009

Si tan sólo fueramos solidarios

Siempre dije que iría a verla, pero siempre tuve el pretexto ideal y más irresponsable: falta de tiempo. La veo en la comodidad de mi casa gracias a un amigo, y tengo sentimientos encontrados.

No conocí a Christian Poveda, pero realmente es un excelente trabajo el que nos heredó: "La Vida Loca" es un mensaje realista, a mi parecer es cuestionador y me ha dejado sentimientos complicados.

Complicados porque hoy mismo, por la noche, mi hija acompañará a una amiga desde la época de colegio, a quien secuestraron a su madre y la asesinaron, a pesar del esfuerzo de la familia de pagar rescate. Es absurdo. Si fuera el caso que creo, el periódico dice que los individuos utilizaron el dinero para comprar lociones y ropa.

Comprendo el sentimiento de hermandad de la mara, era el mismo de la mara hippie o de las células subversivas que estúpidamente (para los mayores de la época, que en ese momento tenían mi actual edad), arriesgaban familia, bienes y vida misma por ser parte de un proyecto estúpido.

No se quienes serán los responsables del crímen de la madre de la amiga de mi hija, lo aclaro porque no quiero que se piense que actúo como PNC o político (de derecha o izquierda, hoy se parecen un poco más) acusando a las pandillas de todo lo que pasa.

Pienso en lo que esta maldita sociedad consumista nos ha hecho, en lo que hemos dejado que nos convierta: consumidores a lo bestia, simplemente a lo bestia. Nos trata como ovejas y nos dejamos llevar, nos enseña que si no tenemos esto o aquello no somos nada, somos basura, por tanto hay que tener la marca de moda, la loción más cara, nunca nos interesó ser seres humanos, sino consumidores.

Pienso en la crisis que ha provocado el egoísmo de los millonarios, de los financieros, y que apenas nos empieza a tocar.

Pienso en los varios correos que recibo por mes de jóvenes ofreciendo su energía, su fuerza de trabajo, su conocimiento (mucho o poco), su inteligencia, pero sobre todo su urgencia de trabajar para cubrir sus necesidades y en ocasiones, las de su familia paterna-materna porque sus progenitores están sin trabajo.

Pienso en tantas cosas y me entra esa misma ansiedad y necesidad de compromiso que de joven me llevó a pensar que pertenecer a una célula clandestina aportaría algo para el cambio.

Me sorprende la indiferencia de todos con todos, lo veo día a día, en la calle, en el bus, en el trabajo. Me encanta saludar a todas las personas que encuentro, como era costumbre en el campo y como aprendí de aquellos con los que conviví tan poquito tiempo pero que me enseñaron que compartir era lo mejor en los seres humanos. Y veo cómo la gente te ignora el saludo, en el fondo se que se esconden como tortugas en su carapacho para no tener que compartir nada, ni siquiera el saludo.

Y pienso en la solidaridad, esa misma que en un momento dado a finales de los 60 (yo aun era bastante chico)dos obreros dieran su vida en una lucha que no era suya: la gran huelga de maestros. No recuerdo ya sus nombres, pero el Partido Comunista de El Salvador, hubo un tiempo que editó material bajo ese sello: Ediciones: A y B en donde A y B eran los nombres de los camaradas, nombres, sin apellidos (¿Oscar y Pablo talvez?)

La solidaridad que tantas veces brilló en el medio de la desesperanza a finales de los 70, esa misma que nos permitiría tener empatía, y sentir el dolor de los demás, seguramente seríamos más humanos, menos bestias.

Con las declaraciones por la muerte de Poveda, cuya muerte me conmueve tanto como las de 12 salvadoreños diariamente, no pude evitar decirle a mi esposa: "¿Qué pensarán los familiares de los 12 muertos de este día, al saber que toda la prensa y el presidente están interesados en conocer a los culpables para castigarlos?" Y no es falta de solidaridad gremial o resentimiento, es simplemente que Poveda, con todo lo brillante que es su trabajo, vale tanto como el motorista (con todo y lo ordinario que es para tratar al público) o la señora que muere en un asalto, e incluso de aquellos salvadoreños anónimos cuyo trabajo no es brillante, pero es vital, porque permite a una familia vivir o mediovivir o por último sobrevivir.

Y pienso en la solidaridad...

1 comentario:

Yolanda Cativo dijo...

Increíble!!! Lo primero que pensé fue en la familia de esos 12 ó 10 ó 15 quizás 22 que matan diariamente a nuestro alrededor... Quién investiga su muerte? A cuántas personas se involucran? Cuántos de los asesinos estarán trabajando disfrazados bajo un uniforme para "proteger" la vida de civiles?