lunes, 6 de julio de 2009

Una ensalada de ideas

Recuerdo un presidente electo democráticamente al que los militares le dieron golpe de estado, días o meses antes de ese golpe, declaró a la prensa que del palacio de gobierno "solo me sacan en pijama de madera" (en ataúd) y cumplió, se llamó Salvador Allende.

Hay otros presidentes que son escandalosos, pero a la hora de la verdad...

Para ejemplo: un gritón que estuvo en Panamá que corvo en mano llamó a los "yanquis" que lo invadieron y ya verían... los "yanquis" le tomaron la palabra y en menos de 48 horas estaba jalado en Miami listo para ser enjuicidado por tráfico de drogas.

Por eso desconfío de los bocones, porque no siempre o mejor dicho, porque casi siempre tienen más lengua que gemelos allá donde deben y a la hora de los trompones, se meten a jugar con los varones y salen llorando.

Y es que a Allende lo fueron a sacar con hombres, tanques y aviones, y el muy varón se quedó con su ametralladorcita que le había regalado Fidel Castro, volándoles riata hasta que la superioridad se impuso y no tuvo más que hacer honor a su palabra, lo sacaron en pijama de madera.

Hay presidentes que con una pistolita o un fusilito los sacan en pijama y no pasa nada, y para que regresen al poder, es el "pueblo", los ciudadanos los que nuevamente tiene que salir a la calle a jugársela y poner los muertos...

Y un rato antes de la hora final a Salvador Allende, todavía le negociaron: que lo sacaban del país con toda su familia, que le respetaban la vida y que todo sería chévere para él, ¡Cómo que no la iba a pasar bien en Europa, con presidentes, primeros ministros recibiéndolos y seguramente siendo huésped de honor de la social democracia y de los países del bloque comunista! Pero no, él empeñado en ser fiel a su palabra, porque sabía que en las calles su pueblo, ese que lo eligió y le acompañaba, se la estaba jugando, y no aceptó el negocio (o negociación) y se quedó...

Y lo mataron o se mató, pasó a la historia. Y por màs de una década quisieron hacer que su nombre se borrara de todo bloque, de todo libro de toda referencia (como a Moisés cuando lo bota el faraón de Egipto) pero Allende seguía allí, fiel a su pueblo, clandestino en el corazón de todos los chilenos decentes y que amaron en su gobierno y sufrieron con la dictadura.

Y la democracia volvió, pero no fue desde afuera, ni la OEA, ni Naciones Unidas; fue desde adentro, desde el Chile humilde, sencillo, amante de la libertad, de ese Chile que Salvador Allende y sus predecesores sembraron hondo en el corazón de los chilenos...

¡Ah Salvador! cómo hace falta que tu ejemplo sea visto por algunos de por aquí...

No hay comentarios: